¿Conoces a alguien que se coma todo lo que hay en la mesa sin pensar si hay suficiente para los demás? ¿Alguien que, cuando llega a un lugar, selecciona la mejor ubicación y cuenta historias infinitas sobre sus logros en el trabajo, su infancia y su experiencia? Sus fotos en redes sociales son sobre lo que tiene, lo que logra, y cómo se ve, ¿nunca sobre el impacto que crea o sobre los demás?
Muchos entendemos el narcisismo como egocentrismo; sin embargo, es diferente, y para sobrevivirlo, se requiere un trato distinto. ¿Como los reconoces? Considera estos cuatro indicadores esenciales:
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1. ¿Cuál es el enfoque?
Por definición, la mayoría somos egocentristas. Diversas investigaciones indican que, si de niños fuimos puestos en un pedestal, no recibimos suficiente disciplina o estructura, la oportunidad de pasar de egocentrista a narcisista es mayor. Por eso, en ocasiones es difícil distinguirlos. Hay personas que son individualistas como un mecanismo de sobrevivir. Hay otros que lo son porque realmente sienten que son el “último refresco” en el desierto.
2. ¿Cuál es el nivel de empatía?
De acuerdo con el nivel de empatía, se distinguen los narcisistas de los egocentristas. Los egocéntricos sienten arrepentimiento y pueden cambiar su comportamiento y hábitos. Los narcisistas son expertos en fingir sentimientos de empatía y ven a otros como peones en su universo, con una incapacidad terrible de cambiar sus conductas destructibles.
3. ¿Cuánta grandiosidad proyectan?
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Los egocentristas anhelan la atención de otros, y encuentran formas de lograrlo cuando se sienten descuidados o innecesarios. Pueden hablar demasiado sobre sí mismos, aunque tienen la capacidad de escuchar a otros. Ahora bien, si la capacidad de escuchar a otros es solo para beneficio propio, o escuchan por la oportunidad de convertir la conversación hacia sí mismos, entonces ya raya en narcisismo.
4. ¿Les encanta romper reglas?
Las personas egocéntricas tienen claridad sobre principios y valores. No engañan, no tienen agendas escondidas, tienen consideración y respeto por sí mismos y por los demás. La empatía afectiva o cognitiva siempre está presente. En los narcisistas, como son tan “especiales”, las reglas nunca son aplicables a ellos. Siempre racionalizan por qué está bien quedar mal, engañar a otros y culpar a los demás por sus propias acciones.
Los egocentristas, por su curiosidad, son manejables y no afectan los ambientes. Con hacerlos conscientes de sus patrones de conducta, y guiarlos a ser más generosos emocionalmente, es suficiente. Los narcisistas afectan todo y a todos, nunca percatándose sobre cómo sus acciones limitan sus destrezas sociales y profesionales.