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Tiempos de realidad

Lea la columna del representante del PIP, Denis Márquez

En mi pueblo de Gurabo, cuenta la leyenda que existió un hombre que cabalgaba en las noches sin cabeza y arropado en cadenas. Merodeaba por las calles del cerro en busca de su amada. Es conocida como la leyenda del Yure. Es una historia de fantasmas, de amores truncos e imposibles, del intento de la unión que, en la vida real, no pudo materializarse. Esa leyenda es también la de la estadidad para Puerto Rico, la historia de un fantasma ideológico, “matrimonio“ político que nunca se concretará.

La realidad de esa leyenda la lleva denunciando el Partido Independentista Puertorriqueño por décadas. Es y ha sido uno de nuestros mensajes constantes en la discusión pública del tema del futuro político del país. Por ello, las expresiones recientes del presidente de los Estados Unidos no nos sorprenden. Expresiones que, aunque “adornadas” por su verbo prejuiciado y, en múltiples ocasiones, burdo y discriminatorio, no dejan de representar la política pública del Gobierno norteamericano que —ya sea por acción, pero, sobre todo, por su silencio y omisión— de rechaza la estadidad para Puerto Rico. Un rechazo anclado en los intereses políticos y económicos que serían trastocados con la anexión de Puerto Rico.

Múltiples cuatrienios de gobiernos estadistas, dinero recaudado a borbotones en Puerto Rico en fund raising para candidatos presidenciales y congresistas, proyectos de admisión radicados en varias ocasiones, “planes Tenesí”, sumisión completa a los partidos políticos norteamericanos y hasta mayorías fatulas en plebiscitos inconsecuentes, son ejemplos claros del fantasma que recorre los pasillos del Congreso de los Estados Unidos.

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Pero, sobre todo, las élites políticas norteamericanas, las fuerzas de inteligencia, el Congreso compuesto por una supuesta diversidad de la sociedad norteamericana, que va desde los llamados liberales hasta los sectores más racistas y xenofóbicos de esa sociedad, entienden y reconocen la razón fundamental de la imposibilidad de la estadidad: la existencia de una nación caribeña y latinoamericana, con una nacionalidad imbatible, que día a día reafirma su existencia en múltiples manifestaciones sociales y culturales, además de un movimiento independentista organizado y muralla política ante el anexionismo, que demuestran claramente que no es posible integrar a una nación, a una cultura, a una sociedad distinta al imperio norteamericano.

Por otro lado, desde el independentismo y el PIP, llevamos décadas denunciando en foros y procesos nacionales e internacionales que el establecimiento del ELA fue una farsa que, simplemente, “lavó la cara a la colonia“. Que todo se trató de un ejercicio político para proteger los intereses del Gobierno americano en Puerto Rico.

El pueblo de Puerto Rico rechazó esa farsa oficialmente en el 2012 cuando la mayoría de este país lo expresó en las urnas. Ello, sumado a las decisiones judiciales recientes del máximo tribunal norteamericano, confirman la condición territorial y colonial de Puerto Rico. Para completar el cuadro político, la aprobación por parte del Congreso de los EE. UU. de la ley Promesa y la imposición por parte del gobierno de Barack Omaba de la Junta de Control Fiscal, manifiestan lo más descarado y antidemocrático de nuestra condición colonial. Todo ello unido a que la colonia, con todas sus incapacidades políticas y económicas, ha provocado la quiebra económica y social del país, abriendo cada día las brechas de la desigualdad social y dividendo en dos la nación puertorriqueña.

El tiempo, la historia, los procesos políticos siguen demostrando que la estadidad es imposible, que la colonia expiró y que es insostenible. Son tiempos de cambios, de iniciar un verdadero proceso de descolonización, de reclamar transformación y todos los poderes de la independencia para insertarnos en el mundo y reconstruir nuestra nación caribeña y latinoamericana. Es tiempo de acabar con los fantasmas que recorren nuestro país, de enterrar el colonialismo y reclamar que los puertorriqueños y puertorriqueñas mandemos en nuestra tierra.

Son tiempos de libertades, de independencia, son tiempos de realidad.

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