Hoy es un día de llorar, abrazar, de dignidad, para reflexionar y recordar. Hoy es un día de mucho dolor para Puerto Rico y no se le puede exigir a este pueblo pasar la página así porque sí. Es un día de duelo. Así me siento yo y así me he sentido en las pasadas semanas mientras preparaba el documental que transmitimos el lunes pasado en Wapa Televisión.
Pretendiendo recordar en el especial televisivo la tragedia, mediante la narrativa de algunos de los periodistas que trabajaron durante esos días, vi cosas que no había visto. En la preparación del programa, hubo muchas ocasiones en que sentía mucho dolor por lo que le pasó al país. En la semana, mucha gente me ha dicho lo mismo, que vio cosas que no había visto. Y es que es ahora cuando vemos por primera vez lo que ocurrió más allá de nuestra tragedia inmediata después de aquel 20 de septiembre de 2017. Aquellos días estuvimos incomunicados. Creíamos que la normalidad regresaría rápido, pero no fue así. Fueron meses de una inestabilidad social que aún no acaba del todo. Por eso, ahora estamos viendo por primera vez lo que pasó, y para todos es muy duro.
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El golpe fue tan duro que todavía estamos buscando asimilarlo y despertar del mareo. Todavía estamos discutiendo la logística de asuntos que debieron haber estado encaminados desde hace un tiempo sin mayores tropiezos, como, por ejemplo, la sustitución de los toldos azules, la reparación e instalación de semáforos, la reparación de carreteras, la estabilidad del sistema eléctrico, la cantidad de muertes y, más importante aún, la finalización de un plan de respuesta atemperado a la nueva realidad para manejar el próximo desastre.
“Hoy es un día de mucho dolor para Puerto Rico y no se le puede exigir a este pueblo pasar la página así porque sí”.
Rafael Lenín López, periodista
El domingo fui a Ponce y, de camino, las carreteras lucían sumamente deterioradas. Parecía que iba a bordo de un four track. Al llegar, una persona dijo: “¡El huracán ya pasó!”, intentando pedir que dejemos las lamentaciones atrás. De regreso, y al ver el estado de nuestras calles, comprendí que no puede ser así de fácil. Nos falta mucho por hacer.
Al revivir las imágenes esta semana de lo que fue aquel período crítico, concluí también que teníamos todos unas expectativas muy altas de lo que iba a ser la recuperación. El país había colapsado y no lo internalizábamos. En ese proceso, hubo muchas fallas graves que costaron vidas. Principalmente, aquellas cometidas por el Gobierno de Estados Unidos, que no respondió como debía ante la crisis que enfrentaba una de sus posesiones.
En este aniversario, Puerto Rico se está levantado a medias. No podemos reclamar una recuperación. Apenas estamos en el duelo y levantando los pedazos que dejaron en el piso los vientos de María. Y como si fuera poco, desde Washington, la poca ayuda se ha combinado con ataques verbales a Puerto Rico y su Gobierno. Ayer, un coordinador de FEMA dijo a Telemundo 51 de Nueva York que investigan el desembolso de fondos federales en Puerto Rico. Su declaración pareció el desahogo que pudo soltar ahora, cuando su jefe, el presidente Donald Trump, ha sugerido, publicando una cita de un tercero fuera de todo contexto, que la isla tiene el Gobierno más corrupto entre las jurisdicciones estadounidenses.
Este cantazo de la metrópoli a un territorio, todavía golpeado, es abusivo y merece una declaración más contundente del Gobierno puertorriqueño. Sin embargo, Ricardo Rosselló está convencido de que esa no es la estrategia a seguir y, en cambio, envía al segundo al mando de su administración a la Casa Blanca a reírle las gracias al mandatario estadounidense. ¿Hasta cuándo aguantarán? La contestación podría ser: hasta que envíen el dinero que no acaba de llegar. Otros señalan que, por dignidad, no debe haber más tolerancia.
Por eso, dije al principio que este día tiene que ser de duelo y también de dignidad. El pisoteo no puede ser tolerado para que, durante el segundo aniversario, podamos proclamar que nos hemos levantado, al menos moralmente, y con el esfuerzo de nosotros mismos.