El desastroso operativo de respuesta del Gobierno de los Estados Unidos tras el paso de los huracanes Irma y María ha quedado evidenciado otra vez con la aparición de vagones repletos de ayuda no distribuida, y peor aún, con el reconocimiento de FEMA, de que hay unos cuantos furgones que siguen “desaparecidos”. Creo que esa no es la palabra ya para esta situación. Hay que hablar de robo y de negligencia criminal. Estamos hablando de ayuda a personas que lloraban, sufrían, se enfermaban, emigraban y morían por el caos que vivió el país después del fatídico 20 de septiembre de 2017.
Cuando hace unos días un periodista de Radio Isla descubrió el primer vagón en las instalaciones de la Comisión Estatal de Elecciones (CEE), era comprensible que la opinión pública se inclinara a pensar, en un principio, que se trataba de un hecho vinculado a la desorganización del operativo de recuperación. Pero fuimos todos muy ingenuos. Cuando el vagón, entre otros, reapareció en una finca privada de Toa Alta, propiedad de un ayudante del director ejecutivo de la Autoridad de Transporte Marítimo, vimos que la cosa tiene otro matiz. Resulta que una persona fue arrestada porque uno de los vagones fue reportado hurtado y el hombre no quiso hablar cuando fue procesado criminalmente. La Guardia Nacional se zapateó del asunto, y ayer la CEE dijo que investigaría el asunto, a pesar de la extraña oposición de la comisionada electoral novoprogresista Norma Burgos.
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Ayer FEMA exhibió un zigzag al intentar contestar preguntas de la prensa sobre todos estos hallazgos, y revelaron que algunos furgones siguen “perdidos”. ¿Perdidos? ¿Cómo se pierden furgones repletos de mercancía? Dice FEMA que los localizadores de los furgones no están activados, que podrían estar ya dañados o se les removieron. No hay duda de que aquí estamos ante un potencial caso criminal por el cual deben llegar hasta las últimas consecuencias. Al menos, negligencia criminal hubo en el manejo de una mercancía que le hubiese cambiado la vida a mucha gente que la necesitaba seriamente.
En momentos en que el Gobierno federal está próximo a comenzar el desembolso grande de fondos destinados a la reconstrucción del país, y estamos vulnerables al impacto de otros fenómenos atmosféricos en este período del año, los Gobiernos de Puerto Rico y Estados Unidos deben actuar sobre el manejo irresponsable que le dieron a la ayuda. No es justificación decir que se trató de una cantidad mínima en comparación con toda la ayuda que se distribuyó. En Puerto Rico, hubo mucha necesidad, y todavía sigue habiéndola, como consecuencia de los huracanes. Si alguien o algunos manejaron criminalmente esa ayuda, que paguen, para comenzar a tenernos confianza unos y otros de cara a la próxima emergencia.