Hace poco, tuve la oportunidad de ofrecer el primero de dos talleres a las jóvenes que estarán compitiendo en el certamen de Miss Puerto Rico Universe. Había trabajado con candidatas anteriormente, tanto ofreciendo charlas como con coaching individual, pero nunca sentí que pude lograr lo que habría querido.
Para este taller de dos horas escogí el tema “Quiénes somos ante las crisis” con la intención de ayudar a las chicas a identificar fortalezas útiles ante cualquier crisis que pudiese surgir, tanto durante este periodo de preparación precertamen como en el resto de sus vidas. Les tengo que confesar que no sabía qué esperar del grupo. Después de todo, les iba a estar hablando a treinta millennials compitiendo entre ellas en un certamen en el que la prioridad siempre va a ser la belleza y la imagen, posiblemente cansadas de tanto entrenamiento, y cuya mayoría no tendría idea de quién soy ni lo que pretendía lograr con ellas.
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La experiencia se convirtió en una de esas bofetadas cósmicas que te da la vida para recordarte que nada es como parece y que todavía hay tanto que puede sorprendernos cuando soltamos los prejuicios. Aquello fue una catarsis emocional y un ejercicio de solidaridad que nunca olvidaré. El tema del huracán María abrió heridas que muchas todavía tenemos abiertas. Allí lloramos recordando las pérdidas de las que estábamos aquí y el sentido de impotencia de aquellas que estaban fuera.
Escuchar a una joven enumerar aquello que, en tan corto tiempo, ha aprendido a admirar en algunas de sus compañeras me conmovió enormemente. Pero, sobre todas las cosas, me estrujó el corazón las constantes referencias a sus familias, a lo que significan para ellas, a lo difícil que resulta no poder dedicarles tiempo en estos momentos y a lo frustrantes que pueden, en ocasiones, ser sus críticas por más que vengan con las mejores intenciones. Este grupo de “niñas”, todas bellas, inteligentes y apasionadas, me demostró un nivel de profundidad emocional que jamás esperé encontrar. Si bien es cierto que solo una va a llevarse la corona, para mí ya todas son reinas.