Esta semana celebramos nuestra profesión. Sería más importante si, en lugar de felicitar un día o una semana, identificáramos esas historias que han ayudado a esclarecer casos judiciales, que han cambiado rumbos, que festejan la entrega deportiva y artística, que destacan los valores, que destacan la cultura con orgullo patrio, que nos muestran otros horizontes con inteligencia, que han ayudado a mejorar la calidad de vida, que han probado con investigación quién y cómo le robó a usted, en fin, esas historias que hacen justicia y muestran la verdad. Son muchos los jóvenes periodistas que por primera vez celebran su semana y es una magnífica oportunidad para reafirmar los compromisos contraídos cuando se ejerce responsablemente la profesión. Compromisos que tienen un piso muy robusto basado en la ética y en la verdad. Para ser periodista no se puede tener miedo, pero tampoco faltarle el respeto a nuestro entrevistado.
Para ser periodista hay que darse a respetar con la elegancia de la información corroborada, con la palabra, con la voz firme y la defensa de los postulados que conforman la libertad de prensa. Celebramos una semana, pero no olvidemos la crisis que atraviesa la profesión en nuestro país: cierre de talleres, recortes de salarios, congelación de plazas, sustitución del profesional de las comunicaciones por máquinas digitales que intentan ocupar el trabajo que realiza el escritor, el editor, el jefe de redacción, el operador de unidades móviles, el presentador de noticias, en fin, a todos aquellos que hemos tenido la fortuna de haber vivido la época gloriosa del periodismo en Puerto Rico. Pero, a pesar de ello, la crisis económica ha ocasionado que la nueva generación de periodistas defienda lo que estudió con pasión. Esa nueva cepa está decidida a reinventar la profesión creando su propia empresa de información en las redes sociales.
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Me llena de orgullo verlos con equipos comprados por ellos cubriendo actividades para su red social. En lugar de desalentarlos de que no hay trabajo, debemos ayudarlos a permanecer en la profesión más bella del mundo. Tal como se esperaba, los cambios en la industria de la información han ocasionado desilusiones e inquietudes en los estudiantes de periodismo. Esa incertidumbre no se debe convertir en un escollo para alcanzar las metas trazadas. Así, esta semana debutan jóvenes periodistas en un Buró de Prensa de la Asociación de Periodistas. Los estaremos observando y leyendo. A los veteranos: no pierdan de perspectiva lo que somos. Preguntemos con respeto y exijamos respeto. Procuremos la fiscalización con fuentes creíbles y documentadas. Recordemos la importancia de la transparencia que todos prometían y ahora se hace sal y agua. El buen periodismo no discute chismes, solo permite debatir ideas.
El periodismo responsable abraza la justicia e identifica las injusticias. El periodista no es la noticia, es el vehículo para informar verazmente. Un periodista entiende que su trabajo es colectivo, por eso celebro todas las nominaciones al Premio Nacional de Periodismo. Una mirada crítica en los contenidos de información nos ayudará a mejorar lo que se publica. Vamos a esmerarnos por buscar respuestas al porqué y al para qué. Firmemente, creo que una persona que desea el mal al entrevistado no es un buen periodista. No hay que pisotear a otros o utilizar una información para mancillar reputaciones y ensalzar intereses propios. Ser periodista es imitar al maestro de periodistas, Ryszard Kapuscinski, en su esencia, como referente de la ética en el periodismo: “La profesión periodística te permite vivir muchas vidas en una, porque la gente te cuenta la suya propia, te regala su visión. Justicia es poder contar tu historia y que la gente te escuche”. Internalicemos esas palabras y comprendamos su responsabilidad. Hace unos días, me encontré en el aeropuerto de Washington a una madre que entrevisté hace 15 años. Los pormenores me los reservo, pues lo importante es que, luego de ese reportaje, la niña obtuvo lo necesario para convertirse en una gran profesional. La madre la iba a visitar, pues es doctora en uno de los mejores hospitales en DC. Me dio las gracias. No, señora, solo hice mi trabajo. ¡Felicidades compañeros!