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Opinión: El PPD necesita inspiración, no resignación

Lea la opinión de Armando Valdés

Cumplidos 80 años desde la formación del Partido Popular Democrático, y sesenta y seis  desde que se estableciera el Estado Libre Asociado, son grandes los retos que enfrentan ambas instituciones. Reconocer esa realidad no es faltarle el respeto al pasado. Por el contrario, es comprender la encrucijada actual para identificar formas creativas de salir de ella, y no tirar a pérdida todo lo que lograron tantas valerosas generaciones de puertorriqueños y puertorriqueñas. Es encontrar en nuestra historia y nuestro presente, la razón de ser de nuestro futuro.

Varios han sido los acercamientos a este tema en los pasados días. Ninguno mejor articulado que el del exgobernador Rafael Hernández Colón. El peso de su experiencia gubernamental, su conexión con los próceres que fundaron el Puerto Rico moderno, en particular, Luis Muñoz Marín, su compromiso, de décadas, con el partido, y su análisis académico de los problemas del país y de su estatus político, lo sitúan como una voz de incalculable valor en este diálogo. Su argumento fundamental: que a Puerto Rico le hace falta un buen gobierno, el Estado Libre Asociado y un partido comprometido con el país.

En gran medida, coincido. Sobre el primer punto, indudablemente necesitamos un gobierno que pueda demostrarle al país que se puede gobernar de manera efectiva y eficiente. El argumento del PNP y del PIP, que la solución a todos nuestros problemas requiere de un cambio en el estatus, es postergar lo posible ante el sueño de lo lejano. La estadidad no está hoy más cerca, a pesar de dos resultados consecutivos que, aún cuando fueron fabricados con artimañas antidemocráticas, el partido de gobierno ha intentado vender en Washington como un reclamo inequívoco a favor de la anexión. La independencia, por otro lado, no ha logrado aunar más apoyo y es poco probable que el pueblo la exija por medio de un voto mayoritario.

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El Partido Popular debe poder presentar candidatos y candidatas comprometidas con atender los problemas de Puerto Rico con las herramientas que tenemos hoy. Necesitamos buenos administradores que demuestren, como han hecho los alcaldes de muchos pueblos, que en el presente se puede prosperar y tener Gobiernos que atiendan los problemas inmediatos del país.

Es en el segundo planteamiento de Rafael donde difiero. En su discurso, indicó que “estamos y vamos a estar bajo el Estado Libre Asociado y bajo la Junta de Supervisión Fiscal hasta que se produzcan cuatro presupuestos balanceados que paguen nuestra deuda reestructurada y que recuperemos el crédito en los mercados financieros”. Si bien es legalmente correcto, bajo el régimen impuesto por la ley PROMESA, los partidos políticos no pueden dejarse llevar únicamente por el derecho positivo para estructurar sus programas de gobierno.

Está en la aspiración al cambio, al movimiento y a la superación, la luz que atrae al ser humano a unirse a las grandes causas. Los partidos reúnen las aspiraciones individuales para lograr la acción colectiva. Ese esfuerzo requiere de la capacidad de inspirar al pueblo, de mostrarles el camino hacia una tierra prometida. El PNP ha sido medianamente exitoso prometiéndoles a sus huestes un futuro mejor con la estadidad. En cambio, la expresión que cito de su alocución comunica más resignación que inspiración.

Es por ello que coincido con Rafael plenamente en su tercer punto. Hace falta “un partido hondamente comprometido con el pueblo de Puerto Rico”. La agenda del Partido Popular debe estar encaminada a devolverle el poder al pueblo sobre las decisiones que afectan sus vidas; poder que, en algún momento, tuvimos, y que nos ha sido arrebatado con la imposición de la Junta. El primer paso es unir bajo la Pava a todas las fuerzas puertorriqueñistas, que rechazan las soluciones de los extremos desacreditados del debate ideológico, e identificar los valores que nos unen. Propongo, como punto de partida, los siguientes principios, que permitan reconstituir el Estado Libre Asociado, o formular, como hizo hace más de seis décadas el Partido Popular Democrático, un nuevo modelo que nos devuelva a los puertorriqueños las riendas de nuestro futuro.

1. Máximo gobierno propio, en que el pueblo sea el que decide sobre temas fundamentales de su devenir

2. Unión con Estados Unidos, tanto política como por el vínculo de nuestra común ciudadanía

3. Mutuo acuerdo para cualquier modificación a dicho arreglo, para así evitar una imposición colonial, como la Junta, en el futuro

4. Respeto y promoción de nuestra identidad nacional puertorriqueña, así como de la soberanía deportiva

5. Ampliación de los espacios de soberanía dentro de los cuales el pueblo de Puerto Rico pueda ejercer su criterio democrático

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