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Las benditas cuevas

Lee la columna de opinión de Lily García

Hace unos días celebramos el que doce niños y su entrenador fueran rescatados luego de casi tres semanas atrapados dentro de una cueva subterránea en Tailandia. El que lograran sobrevivir la experiencia sanos fue un milagro resultado del esfuerzo de tantas personas que se unieron en solidaridad a ellos física y espiritualmente. No me cabe duda de que el hecho de que el entrenador había estudiado varios años en un monasterio budista y pudo compartir con los niños técnicas de meditación para calmar sus mentes, tuvo mucho que ver con la paz que lograron mantener en momentos tan difíciles.  

Aunque posiblemente ninguno de nosotros ha vivido una experiencia como esa, me atrevo a apostar que la mayoría sí hemos estado atrapados en otro tipo de cuevas oscuras. Recuerdo momentos en mi vida en los cuales el cansancio físico y emocional llegó a ser tan grande que me nublaba completamente la visión de una posibilidad de esperanza o felicidad. Aunque no soy una experta meditadora para nada, los años de práctica en observar mi mente y aquello que la turba, siempre me ha ayudado a salir de mis cuevas. 

Dice Richard Rohr en su libro “Everything Belongs” que los momentos oscuros siempre son buenos maestros. Lo cierto es que ninguno de nosotros podemos decir que hemos crecido gracias a que hemos sido “tan felices”. Hemos madurado en función de los golpes, las bofetadas cósmicas, y las caídas de las cuales nos hemos levantado.  

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El truco está, según Rohr, en evitar buscar soluciones instantáneas al dolor porque al desesperarnos por apagarlo perdemos la gran oportunidad que representa esa cueva oscura.  “En términos del trabajo del alma, no debemos deshacernos del dolor hasta que hayamos aprendido lo que tiene que enseñarnos”.  

De la misma forma que un dolor físico siempre es señal de que algo anda mal en nuestros cuerpos, el dolor emocional apunta a pérdidas que nos causan sufrimiento. Reconocer lo que estamos sintiendo en vez de ignorarlo o esconderlo nos llevará siempre al aprendizaje y al crecimiento. Te invito entonces a aprovechar tus cuevas oscuras para comenzar a sanar.  

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