Cuando menos podíamos desperdiciar tiempo, cuando las exigencias de la crisis política, económica y social que enfrenta el país eran más agudas, cuando todavía miles viven sin luz y cientos de miles bajo toldos azules, el gobernador y su administración echaron a pérdida la primera mitad de este año tan crítico. La narrativa de los pasados seis meses es de fracasos anunciados, planes malogrados, escándalos sin atender, incapacidad e impericia política.
No empezó así. A principios de año, el gobernador intentó hacer un reboot luego de la desastrosa respuesta de su gobierno ante el paso del huracán María y el escándalo de Whitefish. En espacio de dos semanas en enero, presentó un proyecto ambicioso para privatizar la Autoridad de Energía Eléctrica en un plazo de 18 meses y otro para establecer escuelas charter, esencialmente privatizando la administración de algunos planteles públicos en Puerto Rico. De haber mantenido ese ritmo, presentando propuestas con cierta periodicidad y, crucialmente, implantando las mismas, muy bien podría haberle dado un giro a su proyección pública y al destino del país.
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La realidad fue otra. Por mucho que intente identificar otras iniciativas públicas o proyectos de envergadura anunciadas por el gobierno desde enero, se me hace imposible. Todo ha sido un manejo de crisis continuo – mal manejo, de paso – y reacciones ante las imposiciones de la Junta. El gobernador ha sido incapaz de marcar el paso de la agenda pública y de promover su visión del país. Ha derrochado el recurso más valioso que tiene cualquier gobernante en un sistema democrático: el tiempo.
En energía eléctrica, lejos de establecer un camino hacia la privatización, la atención pública se ha centrado en el extravagante salario del nuevo director de la Autoridad, el Sr. Higgins, y la suma igualmente astronómica pagada a su asesor, cuyo contrato fue objeto de discusión pública. La Secretaria de Justicia intervino para decir que el bono de Higgins era ilegal, pero nadie le hizo caso. El Secretario de Estado, quien primero había autorizado el contrato de su asesor, luego pidió que se evaluara, para finalmente volver a autorizarlo. No pasó nada, el mundo siguió dando vueltas, pero al final del día se perdieron 6 de los 18 meses que el gobernador dijo requeriría la transformación de la Autoridad sin que se vea la luz al final del túnel. Y no olvidemos, miles siguen sin electricidad.
En educación, donde también se proyectaban grandes transformaciones, de enero a julio, vimos los escándalos por el costoso programa de Tus Valores Cuentan y por el cierre de una exitosa escuela de béisbol en Comerío, y demandas por doquier relacionadas al impensado cierre de cientos de escuelas sin que mediara ningún tipo de evaluación o proceso ordenado. Lo que no vimos: ninguna escuela charter. Ya la secretaria de Educación anticipó que las pocas que habrán estarían abriendo, con toda probabilidad, para agosto de 2019 ya que ni siquiera se ha hecho la selección final de las entidades que las administrarían.
En el ámbito de los escándalos, seguimos viendo a diario reportajes del programa Tu Hogar Renace, y los chanchullos de los contratistas envueltos. Pero para el Secretario de Vivienda, “crecida del río, ganancia de pescadores”. El WhatsApp siguió dando de qué hablar y produjo eventualmente la salida del secretario de la Gobernación, la subsecretaria, la directora de ASUME – que por poco se agencia otro puesto en Agricultura -, y varios otros achichincles y allegados.
El escándalo de hostigamiento sexual en Turismo ha producido un contundente informe de la procuraduría de la mujer, la salida de la procuradora por pura casualidad, y una defensa férrea de Christian Sobrino por parte de la Secretaria de Justicia, que tantos galones se había ganado por sus gestiones en torno a la investigación del famoso chat, disque porque el representante del gobernador ante la Junta de Supervisión Fiscal no era patrono de las tres víctimas del exdirector de Turismo. Resulta que Sobrino sí era patrono, tanto de José Izquierdo como de las mujeres, ya que en una ponencia de la Compañía de Turismo en junio de 2017, ante la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Representantes, se identifica a Sobrino no solo como miembro de la junta de directores, sino como vicepresidente del cuerpo rector.
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¿Que tienen en común todos estos escándalos? El mal manejo de estas crisis mediáticas, la inatención del gobernador, el pensar que se pueden ignorar y que desaparecerán por sí solas, y el menospreciar la gravedad de casos que involucran sacarle provecho a la desgracia acaecida al país, un fraude electoral y un vil caso de hostigamiento sexual.
Como si no fuera poco, la otra iniciativa del gobernador durante estos terribles seis meses: una segunda reforma laboral para quitarles más derechos a los trabajadores, que luego retiró, para luego presentar como la gran cosa la derogación de la Ley 80. Su mal manejo político provocó una ola de oposición, que colocó al presidente del Senado como su principal antagonista y redujo la figura de Ricky a la de un niño petulante. Como resultado, su propia reforma contributiva quedó detenida y muy probablamente los empleados públicos pierdan el bono de Navidad.
Pinta mal para el país el colapso político del gobernador. Él, sin embargo, insistió recientemente en un evento en EE.UU. que Puerto Rico era un “lienzo en blanco” sobre el cual gente de afuera podría pintar un nuevo país. Ahí radica el problema de Ricky: no entiende que tiene que bregar con el país que hay con todo y sus luces y sus sombras, con los aciertos y los errores del pasado, con sus aliados y también con Thomas. El país no es un lienzo en blanco, no es una isla virgen. Es un país vibrante y, sí, complicado.
Eso y que el lienzo que él lleva a todas partes – el papel ese grande sobre el cual dibuja garabatos y flechitas – no es muestra de gran proeza y disciplina, sino de una mente aquejada y desorganizada que intenta salir, sin lograrlo, de un marasmo de su propia creación.