La mejor amiga de mi mamá entró por la puerta del apartamento de mis viejos y le dio un abrazo eterno a su hermana de la vida. Ambas lloraron el fallecimiento de mi hermano y, después, se pusieron a conversar. Con las aguas en calma y todo el mundo tratando de tener “al mal tiempo buena cara”, Dalia, quien llegó de Florida en tiempo récord, dice: “¿A qué no saben a quién me encontré en el aeropuerto? Los del “Rakatá, Rakatá”. Esas últimas dos palabras las dijo con ritmo y mientras movía la mano de esa manera que el reguetón nos enseñó a dar azotes y latigazos.
“Wisin y Yandel”, dijimos mi hermana y yo… y ese fue el día en que mi mamá y su amiga se sentaron a hablar de todas las razones por las que le encantaban “esos nenes”. Recuerdo escucharlas decir “que ellos son diferente”. También repitieron “Rakatá, Rakatá” unas dos o tres veces más. La pena que se vivía en ese momento en mi casa se calmó con una pequeña dosis de reguetón.
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Más de 10 años han pasado desde el día que aprendí que mi mamá y su amiga tienen una “yal” por dentro. En el transcurso de ese tiempo tiempo Wisin y Yandel sacaron muchos palos más, y luego se separaron para probar lo que pensábamos absurdo: es posible separarse de un dúo y tener una carrera exitosa como solista. De manera individual, ambos pegaron sus masacotes y grabaron temas con los mejores en esto.
Ahora anuncian un junte y han logrado que los boricuas saquen dinero de debajo de las losetas para perrear mientras escuchan “Sexy Movimiento”.
Entonces, como ya es costumbre, cada vez que veo en las redes una publicación que me interesa, voy a los comentarios. Porque la verdad es que me parece bien interesante el que las personas comiencen a pelear solas o agarren luchas ajenas.
“Y eso, que no hay dinero en la Puerto Rico”. “Después dicen en las noticas que no hay comida en la isla, pero ahora todos tienen dinero”. “No, pero la cosa está mala”. Esos son algunos de los comentarios que han escrito en las publicaciones que informan que el junte de los hijos de Cayey va por una quinta función en el Coliseo de Puerto Rico.
Mire carajo. ¿Cómo le afecta usted que alguien decida usar su dinero para ir un concierto? ¿Ese dinero está saliendo de la cuenta de banco de usted? ¿Usted es el que va a salir del Coliseo con manchas azules en su pantalón blanco por tanto perrear? ¿Es usted el que tuvo que sacar la tarjeta de crédito con la esperanza de que Wisin y Yandel saquen a Héctor El Father de la iglesia para que canten “Mayor que yo” aunque sea con una pandereta en la mano? No, ¿verdad?
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¿Usted sabe por qué ese concierto se está vendiendo como bowl de açai en Guaynabo City? No es solo porque esos dos muchachones están poniendo a bailar a las gatas desde 1998. Tampoco es porque, como dúo, han recibido 47 galardones de 161 nominaciones. Tampoco es por el hecho de que se han mantenido fiel a su fanaticada boricua.
“Los Extraterrestres” se están quedando con ese coliseo sin estacionamiento porque, como dicen por ahí, “todo tiempo pasado fue mejor”. Puerto Rico vive un momento fuerte, mustio y lleno de pena. ¿Por qué no perrear un poquito para que la pena se vaya por 3 horas? Se están rompiendo récord de ventas en el Coliseo porque son “Los Líderes” del género que, al día de hoy, ponen a los gringos a cantar en español.
¿Por qué hay que cuestionar a los quieren esgalillarse cantando “Llamé pa’ verte” aunque cuando lleguen a su casa no haya luz? ¿Quién es usted para cuestionar el que la gente gaste dinero en un concierto?
¿Por qué en vez de criticar a los que van para el concierto, usted no se pone a celebrar que todos esos shows generan trabajo en la isla? Durante todas esas funciones, cientos de personas tendrán empleo, ¿o usted cree que el señor que vende gasolina en el Coliseo es un hombre con mucho trabajo cuando no hay eventos?
Mire, si usted no quiere ir, está bien. Quédese en su casa. Nadie lo obliga a nada. Si se queda en su casa se ahorra la taquilla, los palos y el dinero del outfit nuevo (porque si a usted le gusta esta pendejá de corazón, sabe que para estos conciertos se estrena ropa). Pero no se meta con los que quieren ir. No cuestione en qué la gente “gasta su dinero”, porque eventos como estos son mucho más que un concierto. Son eventos llenos de memorabilia que te obligan a recordar que hubo tiempos buenos y que todo mejora. Te recuerdan que la cosa esta mala, pero que aun se puede bailar… te recuerdan que ni un huracán puede dejar sin ritmo a
nuestra joya caribeña. Te dan un break de las noticias, del sentimiento de impotencia y (cómo no decirlo) de la realidad.
Ah, y para los que comentan criticando a las personas que gastan su dinero en algo de reguetón, a ustedes solo les voy a decir que —les guste o no— en este momento es ese género musical el que tiene a los boricuas en la boca todos. No es el paso del huracán María, lamentablemente no son las miles de personas que perdieron su vida… es el perreo.
Dicho esto, sé que en este fin de semana del Día de los Padres debí escribir de ese hombre tan increíble que me engendró, pero yo sé que él entiende que hoy era justo y necesario que hablara de los que esta semana acaban de probar (una vez más) que son los papás de esta pendejá.