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No a la Junta que nos humilla

Lea la opinión del representante independentista

Quienes creen en un genuino proceso de descolonización deben considerar la propuesta del Partido Independentista Puertorriqueño, que presentó en la Legislatura, a los efectos de realizar una votación “Junta de Control Fiscal: Sí o No”, que dé paso a un verdadero proceso que ponga fin a la indigna subordinación política que es el ELA y permita que los puertorriqueños contemos con las herramientas para la construcción de un país próspero.

Cada día que pasa, la existencia de la Junta de Control Fiscal representa un atentado al derecho de los puertorriqueños a mandar en nuestra propia tierra. Padecemos uno de los síntomas más crudos de la colonia que permite que siete personas —no electas— impongan mandatos que afectan adversamente a los ciudadanos y al pueblo. Mandatos como la primera reforma laboral y la segunda, que se discute actualmente en la Legislatura, la reducción en las pensiones de los jubilados, la privatización de nuestro sistema público de enseñanza y de la Autoridad de Energía Eléctrica retratan la agenda de la Junta. Se trata del menoscabo de derechos adquiridos, la agudización de la pobreza, la precariedad de la calidad de vida de los puertorriqueños, así como la entrega de los activos y recursos naturales más valiosos del país. Para quienes no han logrado atisbar aún las verdaderas intenciones de la Junta ­—resumida en querer garantizar el pago a los bonistas sin consideración alguna a nuestros intereses—, ya deberían tener claro que son los verdugos que empeorarán el país.

El pasado miércoles acudí a la vista pública del proyecto del Senado 919 -1544 en la Cámara sobre la propuesta de la Junta para una segunda reforma laboral que pretende arrebatar derechos valiosísimos, como la reducción de días por enfermedad, vacaciones y la eliminación del bono de Navidad, entre otros. El consenso, prácticamente unánime, finalizada esta fue uno: la génesis de los problemas fiscales y económicos del país tienen su raíz en la realidad política colonial de Puerto Rico bajo el actual modelo del ELA; y las propuestas de la Junta, lejos de encaminarnos hacia una recuperación, nos empujan aún más al precipicio.

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Ante esta realidad política, los puertorriqueños no podemos quedarnos de brazos cruzados y debemos impulsar una votación “Junta de Control Fiscal: Sí o No” con todo el peso democrático que conlleva el voto de un pueblo que se respeta a sí mismo. Se trata, en primer lugar, de un paso inicial que permita un diálogo que culmine con acciones concretas para transformar la indigna realidad política de Puerto Rico. Acciones efectivas, además de la votación para rechazar a la Junta, como ir al Congreso —o cualquier otro foro internacional— para exigir que se discuta el asunto de Puerto Rico. En 2012, rechazamos mayoritariamente la colonia, y ahora nos toca rechazar a la Junta, su manifestación más burda y descarada. El rechazo contundente a la Junta enviará un mensaje claro de que los puertorriqueños no consentimos la colonia. No hacer nada representa dar respiración artificial al modelo político que nos llevó y nos retiene en la crisis, no solamente fiscal, económica y social, sino en todos los asuntos medulares del país.

Enfrentemos como pueblo a la Junta que nos humilla y enviemos un mensaje claro de que los puertorriqueños nos damos a respetar. O somos cómplices consintiendo la Junta de Control Fiscal o nos enfrentamos a ella —y a la colonia que la permite— rechazándola como pueblo. Este es el momento, actuemos ya.

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