La secretaria de Educación, Julia Keleher, no resistió las presiones públicas que cayeron sobre sus hombros durante la última semana, como consecuencia de la imprudente determinación de cerrar, de forma arbitraria, una escuela especializada en deportes ubicada en el pueblo de Comerío y, al menos para guardar apariencias, se precisó visitar por primera vez el plantel el pasado sábado.
Al momento de escribir esta columna no ha decidido revertir su irrazonable y desatinada decisión, pero sospechamos que no va a tener más salida que retractarse. Entonces habrá perdido una batalla pública más.
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La Escuela Especializada en Béisbol Manuel Cruz Maceira es una de las 283 escuelas que la secretaria se apresta a clausurar al finalizar este semestre con el supuesto de generar economías. Las razones lógicas que fundamentan y justifican tal acción no existen, como tampoco se ha mostrado evidencia de las conversaciones que la titular alega haber sostenido con las comunidades escolares afectadas.
Todo ha sido un fiasco. La propia titular del Departamento de Educación (DE) no ha tenido más alternativa que admitir públicamente que nunca realizó un análisis exhaustivo del impacto del cierre de estas escuelas. Tampoco las ha visitado todas.
Sin embargo, desde un principio se negó escuchar las preocupaciones que expresaron los gremios magisteriales ante las repercusiones sociales que acarrea el cierre caprichoso de casi tres centenares de planteles.
Ahora, en un vuelco de 180 grados a lo que ha sido una posición rotunda e intransigente, la señora Keleher dice que se dispone a hacer cambios en la lista de escuelas a cerrarse. Informó, además, que su equipo de trabajo realiza un análisis de cada una de las escuelas que conforman la lista de las 283 para determinar cuáles de ellas permanecerán abiertas.
De la misma manera, indica que la decisión de revisar nuevamente la selección de escuelas responde a los “argumentos de los grupos magisteriales, de padres y de maestras para que se reconsideraran las determinaciones” porque, insiste, “me caracterizo por escuchar, tomar en serio todo lo que me dicen y analizarlo”.
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Pero por más que alardee de estar abierta al diálogo y escuchar a maestros, padres y estudiantes, las acciones que delinean la hoja de servicio de la secretaria Keleher en el DE dan señas de lo contrario. No hay comunicación efectiva, ni diálogos ni espacios de concertación para construir proyectos educativos. Solo hay prácticas arbitrarias, improvisaciones y desaciertos.
Ante el cierre de escuelas, el reverso de la secretaria responde a las denuncias públicas que se han desatado en los pasados días, en gran parte atadas al trabajo de investigación periodística realizado por medios informativos del país.
El caso de la escuela de béisbol, el crédito es para los conductores del programa Jugando pelota dura, quienes no se conformaron con la altiva respuesta que ofreció la titular en medio de una entrevista cuando se le increpó sobre las razones de ese cierre. Entonces, los productores del programa de análisis noticioso hicieron lo que correspondía: visitar el plantel y develar la verdad.
Como respuesta, Keleher atacó el mensajero porque no fue capaz de rebatir el mensaje. Aquel reportaje televisivo reveló cómo el DE procedió a tomar una determinación tan importante sin conocer el plantel y sin tan siquiera considerar cuál era el impacto de su decisión.
No quedan dudas de que la situación de la escuela de Comerío debe ser igual a la de muchas otras escuelas que están prestas a cerrarse en las próximas semanas. Por tanto, que se examinen con detenimiento las condiciones de las escuelas y su relación con el entorno social y comunitario en que operan es el ejercicio correcto antes de llevar a cabo una política de cierre.
El gobernador Ricardo Rosselló Nevares, por su parte, debe tomar nota del comportamiento de Keleher porque no lo está haciendo quedar bien. Esta no es la primera vez que esta secretaria se ha visto en situaciones complejas y, para salir del paso, ha recurrido a la mentira.
Recordemos, por ejemplo, el escandalo del contrato de los $17 millones que la titular otorgó a la firma Joseph & Edna Josephson Institute of Ethics para crear un currículo de valores para las escuelas del DE.
En aquella ocasión, ella, como primera reacción, negó conocer de qué se trataba la discusión e intento distanciarse de la controversia. Poco después, no pudo más que admitir que no solo conocía de la procedencia de ese acuerdo, sino que estuvo reunida con los contratistas, la directora de Ética Gubernamental y el propio Gobernador para discutir el proyecto.
Antes, protagonizó otro traspiés con la compañía contratada para evaluar la condición de las escuelas después del impacto del huracán María. También negó conocer de qué se trataba el contrato y después tuvo que admitir los hechos.
Así ha sido la secretaria Keleher.