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Netflix: el nuevo jangueo

Lea la opinión de Dennise Pérez

Esta semana he visto un par de trasnochados y a todos le he preguntado lo mismo. Cómo es que se janguea en día de semana sabiendo que al otro día se trabaja, materia que yo dominaba hace unos años a la perfección, pero ya no, porque la edad empieza a pasar factura sobre detallitos como esos, sin falta. Es casi como llegar a los 40 e ir alejándote el menú de la cara, disimuladamente hasta que te llegue a la falda. Sí, llegaste a los 40, casi con la misma precisión con la que un auto llega a las 60mil millas y vence la garantía.

Lo mismo pasa con el jangueo. Aunque no se janguee en la calle.

Esos trasnochados y yo teníamos algo en común. Ninguno salió de su casa la noche antes. Ninguno tuvo que comprar un nuevo outfit y ninguno gastó en gasolina. No pregunté si se habían bañado. Presumo que, en algún momento sí, pero no puedo garantizarlo.

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Y es que el nuevo jangueo no requiere nada de eso. El nuevo jangueo no se topa con bloqueos policíacos, ni con hoyos en la carreteras, ni con gente indeseable. Consiste únicamente en un acto en el que es fundamental vestirse de manera liviana, contar con una buena cama o un buen sofá, tener una buena señal de Internet, y algo de comida, por aquello de sobrevivir.

Las horas pasan volando y el cerebro vuela a una especie de extramundo, en el que lo único necesario es ver y escuchar. Para mí, lo más semejante al cielo, o al menos a mi concepto de él.

Cada vez más, el nuevo jangueo de muchos es Netflix.

No es inusual que la gente ande con ojeras por ahí, semidormida o pidiendo la luz por señas, y que te digan que pasaron la noche pega’s a Netflix. De hecho, hay alguna gente que es lo único que hace luego de un super productivo día de trabajo. Y luego en el productivo día de trabajo andan buscando shots urgentes de cafeína. Poco a poco, los deseos de mucha gente han pasado de “ojalá que llegue el viernes”, a “estoy loca por llegar a casa a ver equis cosa en Netflix”. Chequeen los estatus en las redes sociales.

Soy una fanática de las series. Me preparo mentalmente y hago un To Watch List más pro que un plan de negocios con garantía federal, o una simple lista de supermercado. Yo puedo olvidar los tomates, pero no el episodio por el que voy ni qué día estrena el season de lo que sea.

Y ahora, pensando, me doy cuenta de que la realidad es que es diversión sana, práctica, sencilla. No gasto en cuido para mi hijo, y mi esposo y él comerán cuando lo deseen porque hasta eso ha hecho mi nuevo jangueo. Me ha planificado.

He visto tantas y tantas cosas ahí que he perdido la cuenta. Me he obligado a no andar cambiando de serie o de película, cosa que no puedo decir al momento de ver televisión, donde tengo solo un puñado de horas y programas específicos que sintonizar, generalmente informativos noticiosos.

Sabes que no estás sola en el nuevo jangueo cuando tu wall en Facebook hace advertencias fuertes sobre quienes se atrevan a adelantar finales de series o películas —los llamados spoilers— o cuando estás de vacaciones fuera de la isla y pagando el pasaje recuerdas que tu plan no incluye verlo fuera de Estados Unidos. Sabes que estás pegado a una serie española cuando llamas a tu hijo “chaval” o te quejas de los gilipollas y no de los conductores maleducados. Es como cuando tu hijo empieza a decir “malvaviscos” en vez de marshmallows porque no se despega de DiscoveryKids en español. Sé algunas palabras en danés, francés y alemán por par de series. No he logrado el japonés. No les entiendo ni la actuación. Vi una de política a ver si me enganchaba, y a mitad de primer season me rajé.

Mi nuevo jangueo va perfeccionándose y ha tomado su tiempo. Hace al menos dos años programé una cirugía, literalmente, en una época en la que pudiera quedarme en casa de mami recuperándome y viendo Netflix sin parar. Y así se lo dije al médico, que tenía que acomodarme. En Navidad. Sí, todo el mundo comiendo lechón y morcillas, y yo viendo Netflix. Y vi todo, hasta las mil y quinientas.

Esta semana terminé una serie a la que están todos pegados. No fui del todo feliz con el final, después de tanta intensidad. Pero estoy lista para la próxima. Y el sofá, la pijama y el vinito, también. ¡Salud!

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