En este tercer escrito que a todas luces se ha convertido en una serie de columnas, entiendo prudente compartir mi parecer sobre la importancia de lo ocurrido esta semana, y cómo la unidad de propósito nos ha permitido dar otro gran paso, como Pueblo, en la ruta hacia un Nuevo Puerto Rico. Trabajando juntos hemos dado fuerza de ley a todos los esfuerzos realizados hasta el presente para transformar nuestro sistema educativo. Construir el futuro que anhelamos requiere, como expresara nuestro gobernador en su mensaje sobre la Situación del Estado que “cada niño tendrá igual oportunidad para tener una educación efectiva, de calibre global y que lo prepare para los desafíos de la vida real”.
Desde las vistas públicas realizadas a lo largo y ancho de nuestra Isla (y de las llamadas “islas municipio”) vimos como estudiantes, padres, maestros, educadores y funcionarios de nuestro sistema educativo expresaban que el mismo, lamentablemente, no respondía a las necesidades de su matrícula, como tampoco les capacitaba para triunfar en la vida. Por ello, el Pueblo avaló en las urnas la alternativa. Un nuevo modelo educativo con el estudiantado como centro, origen, fin y razón de ser. Uno que le brinde mayores alternativas a cada miembro de la unidad familiar a participar en la selección del centro educativo de su preferencia y, de igual forma, en la educación de los menores a su cargo. Escuelas que podrán ser administradas por organizaciones sin fines de lucro, municipios y la academia, siempre que estén guiadas por un mismo objetivo: la excelencia. Más aún, anunció el honorable Ricardo Rosselló que “como alternativa para promover la igualdad de acceso a la educación de calidad, se creará el Programa de Vales Educativos y Libre Selección de Escuelas, comenzando dicho programa en el año escolar 2019-2020”.
El esfuerzo realizado por la Rama Ejecutiva, los presidentes y componentes de las Comisiones en Cámara y Senado, y del Gran Pueblo que participó, de una u otra forma, en el lenguaje de esta trascendental iniciativa, se ha convertido en la semilla de la cual germinará una generación de puertorriqueños que han de conocer de primera mano las bondades de una verdadera igualdad de oportunidades. Trabajando juntos por la Igualdad, hacemos la diferencia… transformando los estilos del pasado en modelos de futuro, por y para, día a día, demostrar que un mejor Puerto Rico es posible.