Leo entre lágrimas la nota pública que una familia aguadeña le envía a la primera dama, Beatriz Rosselló, implorándole ser considerados para adoptar al niño que una mujer sin problemas reproductivos abandonó en manos de un deambulante. Su nota está llena de amor, deseos, esperanza y entrega.
Los entiendo. Me convertí en madre luego de un proceso de adopción por el que le doy gracias a Dios todos los días de mi vida, aún en los peores, en los complicados y en los que tengo que hacer una pausa para no sobrepensar. Al leer el mensaje de Dahilis, no solo me sentí reflejada. Le di gracias a Dios porque existe en Puerto Rico gente como ella, una maestra modelo, y su esposo, Joumar, un sargento retirado de las Fuerzas Armadas. Ambos deseosos de dar vida y de sentir un vínculo que no tiene descripción alguna.
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Gente como ellos dos te devuelven la fe en la humanidad, te recuerdan los valores y de qué estamos hechos. Y aunque hay gente muy presta a criticar a la mujer que parió y abandonó a la criatura, me niego a caer en eso. Nunca se conocen por completo las circunstancias, y juzgar no resuelve nada. Nunca lo he hecho personalmente, y de hecho, he subrayado mis diferencias en este tema porque a la gente le encanta y la hechizan los cuentos de villanos. Yo prefiero enfocarme en el futuro de la criatura.
Hay una realidad en Puerto Rico cuando se trata del tema de la adopción. Hay listas interminables de gente que desea adoptar por la razón que sea. La preferencia son bebés, y si son recién nacidos, mejor. Lamentablemente, contrario a Estados Unidos y Europa, donde la adopción se le presenta a la mujer embarazada desde el primer día como una cosa muy natural, en Puerto Rico la mujer queda embarazada con casi cero orientaciones sobre ello. En consecuencia, aun sabiendo que no pueden darle amor, cuidado y/o alimentos, los traen al mundo, tristemente, a ver qué pasa.
¿Y qué pasa? Que muchísimas veces el niño está disponible para adopción mucho más grande, no por entrega voluntaria, sino por entrega forzada, es decir, se lo retiraron por maltrato o negligencia. Ya el niño está marcado por el sufrimiento. Y encima, quizás, es muy grande para que alguien se fije en él.
Menos del 5 % de las familias que llenan los formularios con interés de adopción señalan como opción otra cosa que no sea un infante. Los comprendo totalmente. Uno quisiera vivir la experiencia completa. Cogerlos chiquititos, ponerles talco, apretarlos, cambiarles los pámpers, apapacharlos, criarlos desde cero con sus costumbres, o como digo yo, a imagen y semejanza.
Pero aquí esa expectativa hermosa es un poco irreal. La mayoría de los niños disponibles para adopción son grandes. Para los infantes la fila es increíblemente larga y no se puede saltar familias, en deferencia a los que llegaron con antes. Sería injusto. Por eso el ruego de esta familia a mí me llega tanto. Llevan 5 años en el proceso y contrario a muchos que se rajan en el camino de la burocracia, ellos mantienen sus papeles al día —créanme que es un suplicio— y continúan la lucha. Encima, ves su foto y sabes que ahí hay amor de sobra para dar.
No soy quién para enviar mensajes, pero quisiera hablarle directamente a esta pareja que me robó el corazón. Y si usted los conoce o tiene manera de que le llegue este mensaje, compártalo por las vías necesarias.
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Gracias Dahilis y Joumar, por su inmenso corazón. Son ustedes una de las grandes noticias de estos días, un recordatorio de la bondad de nuestro pueblo. No renuncien nunca a sus deseos de tener un hijo —natural o adoptado—, de la edad que sea. Hijo es hijo. Están en su derecho de buscar un baby- baby. Y los puedo imaginar con uno en sus brazos, completando un cuadro de amor. No descarten, sin embargo, mirar más allá. Quizá no lo han descartado, pero no los conozco para saber la respuesta. Hay casi 200 niños listos para adopción, sin trabas legales, pero dolorosamente “sin demanda”. (Y se me vuelven a salir las lágrimas aquí). No son bebés. Son niños más grandes, igualmente faltos de familia y de afecto.
Yo apuesto a que, en tanto tiempo de espera, ustedes han visto todas las posibilidades. Lo veo en cada palabra del mensaje en redes de Dahilis. Lo viví por más de una década cuando quise parir y no se dio. Sea lo que sea que decidan, aquí tienen una admiradora. Y si quieren saber lo maravilloso de adoptar un niño grande, aquí estoy. #PrimerizaYQué.