”Es complicada” —es la respuesta que usualmente obtengo—, lo que suena como una conexión amorosa que causa más estragos que alegrías. Diferentes estudios validan que la vida es más fácil por tener acceso a correos electrónicos. Sin embargo, cuando miramos la acumulación y constatamos que, en promedio, podemos recibir hasta 74 mensajes al día, casi queremos “dejarnos” de los correos electrónicos y no verlos a ver nunca más.
Afortunadamente, hay tácticas para manejar esa relación tormentosa con los “emails”. El primer paso es asegurar que sean manejables y produzcan menos ansiedad. Es gracioso cuando escucho personas “alegando” que se sienten sobrecargados por los correos electrónicos. Sin embargo, si en cinco minutos no reciben alguno, pueden sentir síntomas de “soledad” o “FOMO” (fear of missing out).
PUBLICIDAD
Los correos electrónicos no son un sustituto de las conversaciones. Por esto, es inminente evitar el fenómeno del boomerang (tres correos electrónicos por cada uno enviado). Hay que ser concisos en los mensajes y que sean leíbles en 38 segundos. La prisa al enviar no permite considerar si hay “cabos sueltos” que resultarán en preguntas adicionales. No es lo mismo pedir una presentación para el viernes que solicitar que sea en PowerPoint, de 10 páginas, que incluya X, para el viernes al mediodía. Esto elimina 4 correos electrónicos de preguntas relacionados con el cómo, qué, cuándo.
Analiza la “paila” de correos electrónicos y procésalas estableciendo cuales requieren solo: leer para conocer; hacer (priorizando en orden de importancia); y programación. Además, solicita no estar copiado en aquello que no necesitas conocer o actuar.
Luego del huracán María, me chocaba cuando, en ocasiones, escuchaba a compañeros indicar que, como no tenían acceso a correos electrónicos, se les imposibilitaba trabajar. Nuestra vida debe trascender los correos electrónicos y enfocarse en crear, pensar, no solo en contestar. Aspiremos a una relación “funcional” con los correos electrónicos. Después de todo, contestar durante cuatro horas correos electrónicos no asegura que estemos trabajando nuestros objetivos, siendo productivos, o alcanzando nuestras metas.
Más importante aún, mantengamos en perspectiva que, detrás de cada correo electrónico, de forma no intencional, se puede abusar del tiempo de quien lo recibe, establecer expectativas irrazonables, brindar respuestas sin “contenido” y promover una mentalidad que se enfoca en lo urgente y no en lo importante.