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Un gran puente al futuro

Lea la opinión del secretario de la Gobernación

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Siento la obligación de, ante todo, reiterar que ningún esfuerzo malintencionado por desviar la atención pública de los pasos transcendentales que estamos dando para transformar a Puerto Rico descarrilará, y mucho menos desacelerará, el enfoque de los hombres y mujeres que día a día laboramos para cumplir con los compromisos establecidos en el programa de gobierno avalado por el pueblo en las urnas. El honorable Ricardo Rosselló Nevares y su esposa Beatriz continúan trabajando incansablemente, teniendo como norte el bienestar individual y colectivo de nuestra gente; y, como guía, con Dios por delante, el Plan para Puerto Rico.

Estamos atendiendo y trabajando en cada renglón de este, desde respaldar a nuestros artesanos y artesanas hasta la construcción de un Nuevo Gobierno para que Puerto Rico se desarrolle como un pueblo educado, saludable, seguro, productivo y respetuoso de la ley. Todo ello, valorando nuestro capital humano y protegiendo a los más vulnerables. No hay duda de que la educación en Puerto Rico debe responder a las necesidades de una sociedad en evolución constante. Para ello, nos corresponde ser gestores de un cambio de paradigmas y constituir un sistema de escuelas a la altura de los tiempos, dejando atrás la arcaica visión de que se administra para mantener una fallida y burocrática estructura gubernamental que llamamos Departamento de Educación, pero que más bien parece ser un laberinto.

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Con la Reforma Educativa anunciada por el señor gobernador vamos dirigidos a promover el continuo progreso de las capacidades del ser humano en un mundo cambiante, reconociendo que, como expresara Gibran Jalil Gibran, tenemos la responsabilidad de revelar aquello “que yace dormido a medias en la alborada” del conocimiento. En ese sentido, concurriendo como tantos otros ciudadanos con sus expresiones, también cito al honorable Ricardo Rosselló Nevares cuando aseveró que “tenemos un extraordinario talento, inteligencia y capacidad creativa en nuestros estudiantes y maestros”, y que lo que hace falta “es un sistema que les permita desarrollar esos talentos y destrezas a su máximo potencial.” Como tantos otros padres y madres, valoro la iniciativa que promueve una verdadera y libre selección de escuelas. Como servidor público, aplaudo tanto el aumento salarial propuesto en la reforma a nuestros maestros y maestras, como la oportunidad que se les brinda de trabajar en las escuelas aliadas, sin, necesariamente, perder su derecho a reinstalación, en caso de que deba permanecer como parte del Departamento de Educación.

Como fiel creyente en las alianzas público privadas, me complace que haya quedado meridianamente claro que el hecho de que la administración de una escuela la tenga una universidad, un municipio, grupo de padres y madres o una entidad sin fines de lucro, no quiere decir que serán privadas o que dejen de ser parte del sistema establecido por el Estado. Como estudioso del Derecho y defensor de la igualdad, entiendo, tengo el deber de resaltar que una reciente determinación del Tribunal Supremo Federal impide denegar a una entidad educativa con base de fe el participar o llenar los requisitos para participar de una reforma, como la propuesta, siempre y cuando esté disponible al público y a otras organizaciones autorizadas a educar a quienes, en un futuro no muy lejano, dirigirán nuestro destino como Pueblo.

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