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Epidemia de corruptos e hipócritas

Jerohim Ortiz Menchaca advierte sobre la peligrosidad de la corrupción en nuestras instituciones gubernamentales

políticos Thinkstock

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Los puertorriqueños no somos ajenos a las plagas y epidemias. Desde Dengue, Chikungunya y el Zika. Hasta la amenaza de la Leptestirosis, Sarna y ahora la Influenza.

Todas estas han ocupado las primeras planas. Sabemos que existen. Las conocemos. Las combatimos, las prevenimos.

Pero hay otra a la que no hemos prestado la atención y urgencia que amerita. Nos ha estado matando lentamente. Carcome nuestra alma colectiva poco a poco y no la combatimos con la fiereza que amerita en la mayoría de las ocasiones.

La corrupción es una plaga que, por definición, corroe, daña, pudre y deprava todo a su paso. EL problema es que la hemos normalizado. Entendemos que el gobierno y otras instituciones son corruptas por naturaleza. No lo cuestionamos, no pensamos que todo podría ser de otra manera. He ahí el éxito de los corruptos.

La corrupción gubernamental no solo es palpable cuando funcionarios se apropian ilegalmente de nuestros fondos. También lo han sido los que se han apropiado de las instituciones que están supuestas a servirnos a todos.

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De eso nos sobran ejemplos señoras y señores: la Autoridad de Energía Eléctrica, la Autoridad de Carreteras, el BGF y los municipios, solo para mencionar algunos. Todas ellas instituciones que estaban supuestas a servirnos y han sido secuestradas por grupúsculos poderosos que saquearon sus haberes y controlaron sus procesos internos con una sola ideología en mente: servirse a sí mismos en detrimento de las grandes mayorías.

Esta semana que viene, nuestro gobierno se dispone a perpetuar ese modelo de corrupción una vez más mediante un proyecto que pretende consolidar el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico dentro del Departamento de Desarrollo Económico y pasarle sus funciones a un ente privado.

Esto supondría la desaparición de la única entidad de estadísticas gubernamental, que hasta ahora ha sido independiente, libre del partidismo fanático, para subyugarla a los vaivenes políticos de cada cuatrienio.

Y no es que el funcionamiento del IEPR no haya sido atacado antes. Desde que se creó  en el 2007 las administraciones de ambos partidos le han asignado presupuestos pírricos haciendo más complejo que la institución pueda cumplir su función.

Ahora bien, lo que plantea hacerse bajo este gobierno conllevaría a que la información oficial que se transmitiría en torno a la pobreza, desempleo, criminalidad, desigualdad, desarrollo económico, emigración, enfermedades y situación social del país sería divulgada únicamente en función de lo que le convenga al gobierno de turno.

Le compete al gobernador Ricardo Rosselló Nevares determinar si continuará siendo parte de esa plaga maldita que por años ha copado las más altas esferas de nuestro gobierno buscando corroer, controlar, amapuchar, esconder y tergiversar la información en pos de fines meramente electorales o si  se abrirá una senda de redención permitiendo que los puertorriqueños tengamos acceso a datos confiables y veraces.

También lo será si finalmente cede ante la plaga de corruptos que son los grupúsculos de religiosos vociferantes que quieren hacernos pensar que sus posturas de odio y discrimen recalcitrante hacia la comunidad LGBTTQ son una defensa hacia la institución de la familia. ¡Mienten!

Ellos ni representan a la mayoría de las iglesias, ni son cristianos.

Si lo fueran sabrían que Romanos 3:23 dice que todos fuimos destituidos de la gracia de Dios porque pecamos y, por tanto, el camino a nuestra redención es individual a través de Jesús y, al final, solo él juzgará nuestras acciones.

Que en Mateo 7:3 Jesús nos urge a no mirar la paja que está en el ojo ajeno y a ocuparnos de la viga que atraviesa el nuestro.

Sabrían que Isaías 58 dice que al Señor le agrada mucho más quienes rompen las cadenas de injusticia, libertan a los oprimidos, acaban con la tiranía, comparten el pan con el hambriento, su casa con quien no tiene techo, vestir a quien no tiene ropa que los que viven restregándole al mundo en la cara su santidad.

A la luz de todo esto: ¿Cuántas veces hemos visto a estos supuestos líderes hablando sobre la violencia que sufren las mujeres, o la pobreza brutal que viven nuestros niños? ¿Cuándo los hemos escuchado hablando sobre la necesidad de atender mejor a nuestros pacientes con enfermedades mentales o la situación de abuso constante que sufren nuestros viejos?

¿Cuantas casas han reconstruido con las ofrendas de $500, $100 y $50 que exigen a sus feligreses para que Dios los “prospere”?

Porque es harto conocido que hay comunidades aledañas a donde ubican sus fastuosos templos donde la gente vive en casas de madera y zinc o casas montadas en bloque cuya puerta es un “boxspring” que lo perdieron todo a causa de los huracanes.

¿No sería eso una defensa más creíble de la institución familiar?

¿Porqué no hablan de eso? ¿Porqué para eso no hacen conferencias de prensa ni marchas?

A esos que se sirven del pueblo, los que corrompen nuestras instituciones y quieren controlarlo todo para su propio beneficio Jesús les llamó víboras, hipócritas y sepulcros blanqueados.

Los corruptos, los que engañan, los que esparcen odio bajo el pretexto de protegernos, los que buscan secuestrar nuestras instituciones para continuar con el saqueo, son nuestra epidemia más severa y es necesario repelerla.

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