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Decir la verdad

Lea la opinión de Mariliana Torres

“Decir la verdad es el arma más poderosa que tenemos|”, Oprah Winfrey.

¿Qué es la verdad? Para los periodistas nuestra mejor aliada y compañera de lucha. Si se le hace esa misma pregunta a un historiador o a un investigador, quizá conteste que la verdad es relativa y que no existe tal cosa como verdades absolutas. Y qué tal si le preguntamos al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pues, adivinando, contestaría que la verdad es él. Esa enfermedad narcisista que ha sido tema en casi todos los noticiarios y periódicos del mundo desde que tomó posesión. En estos días, han sido suculentas sus reacciones tuiteras por la publicación de un libro en el cual se revelan perfiles incómodos durante la campaña eleccionaria y lo que este lleva de mandato. Es decir, lo que dicen unos de otros, que considero no son lo suficientemente confiables para considerarse noticia. Quizá allí Trump tiene un punto a su favor en el sentido de que los chismes no son noticia. Pero el escándalo que se formó y debatió en DC por la publicación le valió al autor la venta a tutiplén de su libro. Precisamente, lo que todo autor desea. Dejando a un lado las ventas, lo que preocupa es la intención del presidente Trump de enmendar la ley de libelo para hacerla, a su juicio, más fuerte y evitar ciertas publicaciones como la que aconteció esta semana y que lo toca directamente. Impedir la publicación de un escrito, independientemente de quien sea el autor, golpea directamente la libertad de expresión. Ya hemos visto que la costumbre del magnate es impedir o emprender contra todos aquellos medios de comunicación que publiquen información que coloquen en tela de juicio su imagen. Su reacción de que él era un genio constata su ego alimentado por sus colaboradores, que, incluso, se han presentado en horario estelar en noticiarios internacionales para defender el carácter volátil de su jefe. Bueno, después de todo están haciendo el trabajo para el cual se les paga. Hasta uno de los mencionados en el libro, y que colaboró para ello, se retracta y los adula. Entonces, ¿quién dice la verdad?

¿Podrán los Trump impedir las publicaciones restantes de lo que se cocina en los pasillos de la Casa Blanca? Parece como la introducción a otro episodio de House of Cards. Su indudable habilidad para mantener a la audiencia entretenida una vez más se confirma. Tal como lo hizo con El aprendiz en horario estelar. Como vemos, en DC están super entretenidos con los libretos que se tejen. En la entrega de los Globos de Oro, en donde precisamente se premian los buenos libretos, se movió la olla del poder y la ambición. El discurso de aceptación de la actriz, empresaria y comunicadora Oprah Winfrey por el premio Cecil B. DeMille fue lo mejor de la noche. Lo que se cuece detrás de las líneas de su discurso nadie lo sabe. Si ella está pensando en una candidatura política, lo veremos más adelante. Pero, mientras tanto, alzó su voz contra el discrimen por raza, las mujeres sometidas a hombres inescrupulosos y las injusticias que vive la humanidad. Habló de verdades, de esas que muchos políticos y aludidos no quieren escuchar. Habló de la libertad de expresión que ha liberado a mujeres de su acosador. Y quién mejor que ella: una mujer negra que nació en un pueblo pequeño marginado, que vivió el discrimen y la pobreza. Y aunque en su discurso no mencionó a la figura de Casa Blanca, el objetivo era concienciar a todos sobre las decisiones políticas tomadas que golpean duramente a la prensa, a los marginados, los migrantes, las mujeres violadas y maltratadas. Un discurso para aquellos que defienden la verdad y detestan la corrupción. Winfrey tiene razón en gritar que “decir la verdad es el arma más poderosa que todos tenemos” y, por eso, no podemos tolerar a los que se piensan intocables. No se necesita ser poderoso para contar la historia y denunciar. No se necesita ser influyente. Solo cuente la verdad con su voz y defienda su dignidad. Eso es lo que al final de cuentas nadie nos puede quitar.

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