Otra trama política surgió hace unas semanas y la pasada llegó a su punto culminante. Me refiero al caso del representante del Partido Nuevo Progresista (PNP), Ramón Luis Rodríguez Ruiz. Este fue señalado en una denuncia como el agresor en un caso de violencia de género con una empleada suya. Sin embargo, la funcionaria aseguró luego que cuando mencionó al legislador, fue indicándole a la Policía que era su jefe, no el agresor, y así lo hizo constar en una declaración jurada.
La realidad es que, cuando algo así corre, los ojos de los medios y del país suelen ponerse sobre la figura cuestionada y se comienza a escudriñar. ¿Recuerda el caso de Héctor O’Neill? Luego trascendió que, alegadamente, el legislador reportó como ingreso de su campaña un donativo cuyo donante alega que nunca dio. También que, presuntamente, cobraba una especie de kickback a personas a las que les daba trabajo. Rodríguez Ruiz lo negó todo.
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El gobernador solicitó al legislador que ofreciera una explicación y que, si esta no era convincente o creíble, debía renunciar. El representante decidió celebrar una segunda conferencia de prensa para atender los nuevos señalamientos. Sin embargo, ocurrió lo que nadie esperaba: la víctima de violencia de género se personó para hacer unas expresiones sin permitir que le realizaran preguntas.
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En resumen, estas fueron sus declaraciones más importantes: “Estoy aquí libre y voluntariamente. No me han protegido. Mi nombre ha salido en la prensa, cosa que no debe ser. Soy una víctima, deben proteger mi seguridad y mi identidad. Mi seguridad está en juego y el presidente Johnny Méndez no ha hecho nada para salvarla… Si a mí me ocurriera algo, es responsabilidad de la Cámara… Yo hice una declaración jurada desvinculando al representante de los hechos. Los hechos sí ocurrieron, pero él no tiene nada que ver. Yo lo que quiero es que me dejen en paz”.
En primera instancia, de una revisión realizada, los primeros reportes que trascendieron en los medios, no encontré que se mencionara a la empleada. Su nombre trascendió públicamente cuando ella realizó una declaración jurada para hacerla pública y exonerar al legislador de cualquier señalamiento sobre el particular. Sobre el asunto de que Méndez y la legislatura no le han brindado protección, el líder cameral argumentó que necesita saber de quién debe protegerla, pero que la mujer no ha dicho quién la agredió si no fue Rodríguez Ruiz.
Sobre las imputaciones de que no le habían hecho tal donativo, el legislador alega que fue un empleado de la Cámara al que no se le pudo renovar su contrato porque le redujeron el presupuesto de su oficina. Explicó que el donativo de ese empleado fue por unos servicios de sonido para la campaña política. A ese servicio se le puso un valor y se reportó a la Oficina del Contralor Electoral. Negó, rodeado de empleados, que les haya solicitado a estos un porcentaje de lo que ganan en su oficina y la emprendió contra el speaker cameral.
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“Es una falta de respeto, al honorable cuerpo de la Cámara de Representantes, que el presidente de la Cámara, Carlos Johnny Méndez, le haya solicitado la renuncia a este servidor sin tener la deferencia de que los procesos de ley se cumplan, cuando este servidor no ha sido acusado de nada.”, dijo.
Ayer venció el plazo que le dio Méndez para que renunciara, pero reiteró que dará la batalla. No tengo la menor duda que los días de Rodríguez Ruiz como legislador están contados. Todo dependerá de cómo él decida salir, si caminando para aplacar lo que le viene para encima, o con los pies hacia el frente, políticamente hablando. Dudo que tenga la fuerza para retar al gobernador Ricardo Rosselló, a Johnny Méndez, y a todo el aparato gubernamental y político de su partido como para hacerlos quedar en ridículo.
Ahora bien, hay que reconocerle que, hasta el momento, se las ha jugado y, aunque la historia versada por él y su empleada no han sido 100 % claras, a mi juicio, ha sembrado la duda en parte de la población sobre las imputaciones en su contra. Resultó magistral la movida de presentarse junto a la mujer en una conferencia, que esta se proyectara como víctima del Estado en el proceso, junto a sus empleados y explicar el donativo en especie. No es que le esté adjudicando veracidad a todo lo ocurrido en la conferencia, pero se la jugó. Incluso, establecer una doble vara de su colectividad con el trato que le han dado a él, versus a Rafael “June” Rivera, María Milagros “Tata” Charbonier y José “Pichi” Torres Zamora por los señalamientos en su contra, pone en entredicho los procedimientos en el PNP cuando se desea afectar a alguien o “tirarle una toalla”.
¿Qué supo Johnny Méndez, que, luego de reclamar un debido proceso, abandonó su propio reclamo y solicitara la renuncia? ¿Se enteró de algo? ¿Fue influenciado por el gobernador? ¿Se trata de un movimiento puramente político y mediático? No lo sé.
Creo que todos, el legislador Rodríguez Ruiz, la mujer, el presidente cameral y hasta el propio gobernador tienen un signo de interrogación en todo este proceso: el primero por los señalamientos en sí; la mujer por presentarse a una conferencia de prensa, realizar unas expresiones y luego negarse a contestar preguntas; el presidente cameral por abandonar su propio reclamo de un debido proceso; y el gobernador por el señalamiento de tener doble vara al momento de señalar a unos y proteger a otros.
Como les digo, esto me parece un deja vu del caso de Héctor O’Neill: habrá resistencia, pero al final, me sospecho que terminará fuera de su posición.