En noviembre de 2016, hace poco más de un año natural, Puerto Rico escogió retomar la ruta del progreso, de la cual evidentemente se había desviado. Como Pueblo, avalamos un Plan que establecía con claridad las estrategias para salir del atolladero, en que se nos habían dejado, y el camino a seguir para alcanzar todos y cada una de las metas establecidas. Ello, a pesar de que viviríamos bajo una nueva realidad fiscal. Entonces la meta estaba claramente establecida. Nuestra mirada fija en ella. Así continúa siendo hoy.
Si bien es cierto que vivimos bajo un nuevo escenario, que nuestra realidad se manifiesta de manera distinta, y que Puerto Rico vive las consecuencias de haber sufrido, consecuentemente, el embate de dos distintos fenómenos atmosféricos, sin precedentes, en nuestra historia moderna; también lo es que la profunda raíz de nuestra situación continua siendo la misma; y que la administración del honorable Ricardo Rosselló Nevares está preparada y enfocada para sacar a Puerto Rico de la crisis en que se encuentra, no importa su razón u origen. Las leyes y órdenes ejecutivas firmadas al comienzo del año natural nos brindan las herramientas adecuadas para actuar ante la presente situación de nuestro archipiélago. La visión de futuro y de respaldo a nuestros pequeños y medianos comerciantes, se sigue manifestando hoy en las acciones gubernamentales y el consenso en los líderes de las diferentes ramas de gobierno. De igual forma, cada día es más evidente la importancia de continuar con la ruta trazada para hacer del andamiaje gubernamental uno más ágil y adecuado a nuestros tiempos, garantizando, a su vez la seguridad de empleo a nuestros servidores públicos por medio de la implementación del concepto del “Empleador Único” en el Gobierno de Puerto Rico.
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Nos expresaba Warren que “la dificultad no es sino una palabra para designar la cantidad de fuerza que es necesaria para vencer un obstáculo”. En ese sentido, aún con todas las herramientas, destrezas, aptitudes, deseo y capacidad para salir adelante de la situación que enfrenta nuestra isla, nos corresponde a todos y todas esforzarnos más que nunca, antes lo habíamos hecho para vencer, una vez más, como Pueblo ante la adversidad. Nadie ha expresado que será o debe ser fácil, toda persona que ha mirado a su alrededor reconoce que existen grandes dificultades y que tanto “María”, como “Irma”, han provocado cambios en la manera que observamos nuestra realidad, escogemos nuestras prioridades y nos comportamos con el prójimo. Lo que para algunas personas es solo un intento de reconstrucción, es para la mayoría una razón para comenzar de nuevo. Para mí, es más, dentro de la tragedia o como consecuencia natural de ésta, una oportunidad para que renazcamos como Pueblo y como individuos. Que nos veamos en el espejo de otros y reconozcamos lo que tal vez un tiempo, no redescubrimos en el nuestro.
Es momento de reconocer, que en este esfuerzo experimentamos lo que parecerían ser reveses, pero que serán eventos esenciales para mantenernos firmes ante los retos que conllevan la construcción de un Nuevo Puerto Rico; restituir lo bueno a su estado anterior, atender temporalmente aquello que requiere atención inmediata en que podemos llevarlo a un nivel superior por medio de mejoras permanentes y determinar que ha de requerir una transformación particular. Ante ello, debemos esforzarnos para que nuestras pasiones no nublen la razón, y que ésta, a su vez, no limite nuestra pasión por alcanzar cada uno de nuestros más grandes anhelos.
Unidos, por Puerto Rico, lograremos levantarnos con mayor entusiasmo que en cualquier otra ocasión en que nos hubiéramos sentidos abatidos. De la mano, alcanzaremos nuestro norte. Juntos construimos un mejor futuro.