La insistencia de la administración de que el gobernador, Ricardo Rosselló, estaba totalmente ajeno a la contratación de Whitefish Energy, la ya infame empresa de apenas dos empleados que se llevó un contrato de $300 millones para restablecer el sistema eléctrico de Puerto Rico, es un insulto a nuestra gente. Si en efecto no tenía conocimiento, nos insulta con su negligencia como gobernante. Si tenía conocimiento, nos insulta con su laxitud ante el mal uso de recursos públicos. Y, en cualquiera de los dos casos, insulta nuestra inteligencia con un cuento que reta la credulidad hasta del más ingenuo.
El día después del paso del Huracán María, nadie en Puerto Rico – literalmente nadie -, tenía energía eléctrica. Con ello colapsó la economía, el sistema hospitalario, las telecomunicaciones, el suministro de agua potable, y un sinnúmero de elementos esenciales para una sociedad moderna. Estando en una isla, nuestra situación era – y sigue siendo – aún más precaria; no hay forma de conectarnos a al sistema eléctrico de una jurisdicción vecina, no pueden simplemente llegar camiones por la carretera interestatal para reparar las líneas. Ante esta realidad, imaginemos por un momento la escena en torno al gobernador, Ricardo Rosselló, en las horas subsiguientes a la salida del fenómeno atmosférico de nuestra región.
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Sin lugar a dudas, tiene que haberles pedido planes a sus jefes de agencia; recordemos, a este hombre le encantan los planes. Entre sus primerísimas prioridades, un plan detallado para encender nuevamente la isla. Ya la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) debe haber tenido algo listo, aun antes del impacto del meteoro, pero habiendo visto el grado de destrucción, habrán ajustado sus proyecciones.
Previo al paso de Irma, el director de la AEE, Ricardo Ramos, había anticipado que “va a haber áreas que van a pasar tres o cuatro meses sin servicio eléctrico” según recogió este rotativo el 5 de septiembre. Aunque no se produjo ese resultado con la primera tormenta, demuestra que había preocupación en las más altas esferas del gobierno sobre la fragilidad del sistema.
El propio gobernador dijo, el día antes del impacto de María, que la infraestructura eléctrica del país estaba “mucho más vulnerable y debilitada” que cuando los huracanes Hugo y Georges, según recogió el periódico Primera Hora el 19 de septiembre. Señaló también que la AEE tenía “menos empleados” y anticipó que estaba “negociando” con FEMA para traer brigadas adicionales a la isla.
Sin embargo, el gobierno pretende ahora que creamos que el interés del gobernador por este tema menguó junto a los vientos en esas horas críticas después de la tormenta. De haber estado consciente de la falta de empleados antes del huracán, después quedó en la inopia. Las “negociaciones” para traer brigadas quedaron en manos de terceros. El director de la Autoridad no le dijo absolutamente nada sobre una empresa – Whitefish – que admitió, “fue contactada entre Irma y María”, según recogió El Nuevo Día el 19 de octubre.
Esta inverosímil versión de los eventos coloca al gobernador en una incómoda posición. Desconocer un contrato tan importante, para una tarea tan crítica, sería la más crasa negligencia en el cumplimiento del deber. Haber sabido de esta contratación, y haberle dado su visto bueno, sería admitir que, en su sano juicio, no le pareció extraño el pagar por el trabajo de un celador de afuera 12 veces lo que se le paga a un celador puertorriqueño.
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Peor aún, el escándalo que ahora rodea al gobernador apunta a un perverso cálculo en el que los intereses de esa empresa se colocaron por encima del bienestar público. Pongamos a un lado los cuestionamientos sobre qué cabildero apadrinó a la compañía y sobre los exorbitantes costos del contrato. Lo crucial es saber porqué no se le contestó al American Public Power Association su oferta de ayuda, la que en el caso de la Florida permitió allegar más de 20,000 empleados altamente entrenados de 30 estados y Canadá al día siguiente del impacto del Huracán Irma, según reportó The Washington Post. ¿Se estaba reservando este trabajo para Whitefish? ¿Cuántas vidas se perdieron en hospitales sin luz por un atraso que solo aparenta justificarse por la ineptitud burocrática o por la corrupción pública?
Gobernador, decir que no lo sabía no es suficiente. Su trabajo es saber; más con este tema. Ya es muy tarde para recuperar las semanas sin luz que quizá pudimos habernos evitado si su administración hubiera actuado con la premura y responsabilidad que exigía este momento. Ahora solo puede recuperar algo de su credibilidad y restablecer algo de nuestra confianza en su gobierno. Estamos a la espera.