Puerto Rico ha sufrido el embate del huracán María y, con este, experimentado la mayor destrucción y crisis humanitaria causada por un fenómeno natural en la historia moderna de Puerto Rico y de cualquier otra jurisdicción en Estados Unidos. Con anterioridad a su paso, mientras muchos sectores en Puerto Rico aún recibían el respaldo del Gobierno en el proceso de recuperación luego del huracán Irma, advertimos a nuestra gente y al gobierno federal sobre el impacto y los inminentes estragos que se proyectaba este fenómeno atmosférico causaría en nuestro archipiélago. Una vez sus vientos abandonaron nuestras costas, tal como advertido, nos levantamos a una terrible realidad, pero con el mayor de los compromisos individuales y colectivos que jamás hayamos tenido o visto.
A poco más de tres semanas, encuentro un espacio al terminar uno de tantos largos días de trabajo para escribir estas breves líneas. Tal vez como muestra de que todos y todas tenemos que hacer un esfuerzo por regresar a lo que una vez llamamos normalidad, pero seguramente porque para ello es importante cumplir con la palabra empeñada de continuar compartiendo experiencias, información e impresiones por aquellos medios que, también puestos de pies luego de la experiencia vivida, de una u otra forma nos brindan el espacio para así continuar haciéndolo.
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Si bien es cierto que desde el día uno hemos mantenido informado a quienes han logrado mantenerse comunicados sobre los resultados de nuestros esfuerzos y creado las plataformas adecuadas para que se pueda medir y conocer el progreso de las labores de reconstrucción, también lo es que cada funcionario y funcionaria de Gobierno asumió la responsabilidad que le correspondía de actuar y trabajar directamente en diferentes pueblos y comunidades para restablecer el contacto con quienes permanecían incomunicados. Estuvimos días sin saber de algunos alcaldes y recuerdo con sentimientos encontrados las historias de cómo nuestra gente iba “abriendo caminos”. Unos por sí solos, la mayoría en esfuerzos comunitarios y otros con la ayuda de entidades municipales o estatales.
Al presente, hemos visto como el sector privado (corporaciones con y sin fines de lucro), el gobierno estatal y federal, así como unidades de las Fuerzas Armadas han comenzado a llegar a nuestra gente. Pero aún son más los hermanos y hermanas, dentro y fuera de la Isla, que se han esforzado por llegar a sectores, familias e individuos a brindar ayuda y un poco de aliento ante la adversidad.
En cada reunión de trabajo, en cada esfuerzo de recuperación, en cada visita y toda entrega de lo que consideramos asistencia, vemos rostros que expresan preocupación, tristeza y desasosiego… pero estos siempre enmarcan unos ojos llenos de esperanza. Miradas que nos aseguran que saldremos adelante una vez más, que continuaremos abriendo caminos y que – dentro de la adversidad – tenemos una no buscada pero diferente oportunidad de construir un Nuevo Puerto Rico.
Quienes tienen acceso a internet podrán encontrar datos y estadísticas actualizadas sobre el estado de situación de los servicios esenciales en la Isla por medio de statuspr.com. Quienes aún no hayan notificado sus necesidades o pérdidas, deben acceder a FEMA (1-800-621-3362 o fema.gov/states/puerto-rico). Quienes deseen cooperar con nuestros hermanos y hermanas en este titánico esfuerzo para levantarnos una vez más, pueden hacerlo por medio de unidosporpuertorico.com.
Con toda seguridad, está columna será publicada en momentos donde las estadísticas e información que compartimos con los medios de comunicación locales, nacionales e internacionales haya sido actualizada. Lo que puedo garantizar siempre irá en aumento es nuestro compromiso y deseo de servir a cada residente de esta tierra nuestra… que contamos con hoy con el mismo entusiasmo que nos caracterizó el 2 de enero de 2017. Las circunstancias podrán ser diferentes que las de entonces, pero el Norte y la razón de nuestro esfuerzo no han cambiado: tu bienestar y el todo Puerto Rico.
Me atrevo a terminar, sin su permiso expreso, con la frase que compartió conmigo un buen amigo en momentos en que pudo observar la devastación causada por María en diferentes comunidades de cada uno de nuestros 78 municipios: “El que más y el que menos ha tenido una lección que aprender, algo que recuperar, solicitar o reconstruir; pero más importante aún, todos y todas hemos descubierto lo mejor que cada cual tiene para dar: a sí mismo.” Separemos pues la paja del grano, concentrémonos en lo esencial. Aun cuando lo trivial nos pueda dar una sensación de cotidianidad, nos corresponde prestar atención a lo verdaderamente importante: dar por concluida la fase de emergencia y continuar dando paso a la reconstrucción de Puerto Rico. Las estrategias y las operaciones generales se irán transformando, pero continuaremos abriendo caminos hasta que juntos alcancemos tu tranquilidad, seguridad y oportunidad de salir adelante. Juntos haremos la diferencia, solo unidos nos mantendremos de pie.