El pasado miércoles, junto a varios compañeros de mi Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), y de otras organizaciones, participé de una nutrida reunión en la Comunidad Jobos en Guayama por invitación de la organización “Comunidad Guayamesa Unidos por tu Salud”, compuesta por residentes de diversas comunidades cercanas a la empresa AES. Esa noche intercambiamos ideas y discutimos aspectos sobre la lucha que se desarrolla en contra de la quema de carbón. Si existe la lucha de Peñuelas y Humacao es porque existe la AES en Guayama.
La lucha en Guayama en contra de la AES no es desconocida para el PIP. Comenzó en las comunidades hace 20 años desde antes de la construcción de la carbonera. El entonces Senador Rubén Berríos denunció desde su escaño legislativo el estatuto federal que permitió la misma. También contendieron la construcción de la planta compañeros de los Comités del PIP en Guayama y en el área sur. Más recientemente, la aprobación de cerca de 50 Ordenanzas Municipales para prohibir el uso y el depósito de cenizas tóxicas de carbón en los respectivos municipios -una iniciativa de los legisladores municipales del PIP- ayudó a visibilizar el asunto y desató una serie de casos judiciales en los que, debido a nuestra realidad colonial, los tribunales de EE.UU. terminaron “resolviéndolos” a favor de los intereses de AES en complicidad, claro está, con gobiernos rojos y azules.
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La quema de carbón para producir energía eléctrica en Guayama es un crimen a la salud de miles personas y al ambiente. No es casualidad que la ubicación de la planta AES sea en zonas rurales compuestas por familias de trabajadores, que sufren los embates físicos y emocionales de la tóxica planta carbonera.
No es casualidad, tampoco, la ausencia y la falta de fiscalización del gobierno, particularmente de la Junta de Calidad Ambiental a las constantes emanaciones y acumulación de cenizas pues, si algo ha quedado estipulado, es que se han convertido en cómplices de los grandes intereses.
Los residentes de las comunidades y áreas aledañas han denunciado casos de cáncer, condiciones respiratorias, tos seca y ojos irritados como algunos de los efectos vinculados a la quema de carbón.
No es posible que en Puerto Rico continuemos con la quema de carbón, una práctica del siglo pasado, sin contemplar seriamente el paso a la implementación de nuevas fuentes de energías renovables como hemos insistido en múltiples ocasiones.
La quema de carbón ni siquiera es necesaria. Debido a la reducción poblacional, y por ende en consumo, en unión a un sistema eficiente de mantenimiento -el mismo que ningún gobierno ha querido realizar para justificar la privatización- la energía producida por AES no es necesaria según la demanda de energía actual. Pero, en última instancia, es inconcebible que en Puerto Rico continuemos con la quema de carbón, una práctica del siglo pasado, sin contemplar seriamente el paso a la implementación de nuevas fuentes de energías renovables como hemos insistido en múltiples ocasiones. Esta transformación no solo es necesaria, es también un compromiso para el futuro, para esta generación y las próximas, además se lo debemos a los que día a día sufren en sus comunidades el embate criminal de la contaminación, se lo debemos a Guayama.