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El lamento hipócrita borincano

Muchos mensajes de rechazo a las acciones de la Junta de Control Fiscal y Rosselló, pero a la hora de la verdad esa indignación se queda en las redes sociales. Lee la columna de Jerohim Ortiz Menchaca

¡Basta ya de tanto lamento hipócrita en las redes sociales!

Hay que comprenderlo de una vez: La Junta de Control Fiscal, Ricardo Rosselló, su gobierno y todos los irresponsables y corruptos que le precedieron no son traidores. No puede serlo quien nunca estuvo de tu lado.

Son enemigos de todos los puertorriqueños, de todos los colores. Nada bueno vino, viene ni vendrá de ellos en el futuro.

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Con toda sinceridad, a estas alturas poco importa que la Junta y el gobierno castrado hayan decidido con su plan fiscal reducir la jornada laboral, recortar un 10% el sustento de nuestros viejos y dejar sin futuro a todo aquel que le faltaba poco para retirarse. Tampoco importa que hayan tomado la determinación de envenenar hasta la muerte a Peñuelas.

Importa mucho, muchísimo más nuestra respuesta. Y es que, a los enemigos no se les vence quejándose a través de las redes sociales, sino enfrentándose a ellos hasta vencerlos.

Por eso conviene en esta coyuntura hacer un recorrido por el mundo para analizar cómo distintos pueblos han respondido a sus verdugos.

Para minimizar las posibilidades de que mis letras sean descartadas como las de un pelú, barbú, comunistoide-socialistoide, Castrista-Chavista izquierdoso, iniciaremos el recorrido en Estados Unidos.

En 1773 el Imperio Británico aumentó los impuestos que sus colonias pagaban por el té. Ante eso, un grupo de ciudadanos de Boston, Massachussets, tomaron 3 embarcaciones que traían el producto y lanzaron los cargamentos a la bahía causando grandes perdidas al gobierno. La respuesta del imperio fue imponer una serie de leyes punitivas que se conocieron como las Leyes Intolerables. La situación escaló y dio paso a la revolución armada de 1776. Y así nacieron los Estados Unidos de América.

En Sudáfrica existía un régimen, llamado el Apartheid, que era dirigido por sudafricanos pertenecientes a la minoría étnica blanca de ese país. Este reprimía salvajemente a las mayorías negras y las mantenía separadas hasta el punto de prohibir las relaciones sexuales entre sí. Hubo grupos ciudadanos que tomaron las armas y comenzaron a ajusticiar a oficiales del Estado. Su líder máximo fue Nelson Mandela, quien fue atrapado, juzgado como terrorista y encarcelado por 27 años. Las protestas incesantes y la posibilidad latente de que se desatara una guerra civil que erradicara a los blancos del país dio paso a la liberación de Mandela, quien se postuló para las elecciones presidenciales, ganó y dirigió la transición del Apartheid al gobierno de reconciliación.

En Chile, tras la intervención estadounidense que derrocó al gobierno electo de Salvador Allende, se instauró una dictadura a través de una Junta (si, como la de nosotros) que dirigió el general Augusto Pinochet. Tras más de 15 años de represión e implementación de medidas de austeridad extrema, como las que nos están imponiendo a nosotros, el país se lanzó a la calle haciendo prácticamente imposible su gobernanza. Ello obligó a la Junta a llevar a cabo un referéndum que ganó el pueblo en 1997 con el 56% de los votos a favor de terminar con la dictadura.

No obstante, creo que si hay un país al que debemos mirar con atención es a Uruguay. A principios de la década del 2000 estaba asediado por la corrupción rampante en su gobierno, fragmentación social y una crisis económica terrible. Finalmente, grupos políticos y ciudadanos lanzaron un proceso de diálogo nacional en el que chocaron ideas diversas sobre cómo salir de su encrucijada. De ese proceso nació un Frente Amplio. En el convergieron una gran diversidad de facciones que han gobernado al país durante más de 12 años en los cuales ha habido un desarrollo económico espléndido, estabilidad social y gran desarrollo humano.

En nuestro caso propongo que nos tomemos un año para abrirnos espacios de conversación y diálogo sostenido entre quienes no pensamos igual. De ahí deberán nacer 4 o 5 propuestas concretas en las que las grandes mayorías estemos de acuerdo. Al cabo de ese tiempo organizaremos y efectuaremos unas elecciones ciudadanas en todo el país. Elegiremos un nuevo gobierno, desecharemos a la Junta, el viejo gobierno y a sus estructuras.

De ahí en adelante, ellos(as) serán nuestros gobernantes legítimos porque apoyarán únicamente las medidas que acordamos. Por eso tendrán potestad de representarnos ante el gobierno de Estados Unidos para iniciar un proceso de transición hacia un nuevo arreglo económico y político con Puerto Rico.

A quienes se sientan tentados a descartar la propuesta para luego quejarse día y noche de lo mal que va la cosa les digo: ¡Deténgase hipócritas! ¿Tienen ustedes otra alternativa a nuestro sufrimiento perpetuo? Porque les aseguro que jamás se han vencido dictaduras ni se ha terminado con grandes injusticias protestando por Facebook.

¡Despierta boricua! La salvación somos nosotros mismos. No se a quién más estamos esperando.

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