Más de lo que pensamos, desagradamos y hasta “incomodamos” a nuestros compañeros de trabajo. Y, claro, usualmente nunca nos enteramos o terminamos siendo los últimos en saberlo.
Hay tres estilos de trabajo particulares que pueden ser nefastos para nuestro éxito profesional y que día a día afectan el ambiente laboral o nuestras relaciones con aquellos que compartimos en el lugar de trabajo. Solo necesitamos preguntarnos si nuestros compañeros consideran que nuestra conducta es “pasivo-agresiva”, que “micromanejamos” todo o si tenemos el “tanque” de la inteligencia emocional casi vacío.
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Más allá de estas preguntas, también podemos repasar nuestra conducta y reconocer de inmediato cómo nos hacemos ver. ¿Practicamos las siguientes?
• No compartimos de forma honesta nuestra opinión cuando se nos pregunta. Sin embargo, a puertas cerradas la brindamos.
• No les permitimos a otros saber por qué estamos molestos con ellos, casi convirtiéndole en un misterio de Scooby Doo.
• Brindamos cumplidos a otros en público y luego los criticamos a sus espaldas, “quizás no por malicia, sino para demostrar tacto”.
• Se nos hace difícil reconocer las diferentes prioridades en diversidad de tareas.
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• Nos causa mucha ansiedad que algo salga mal. Queremos controlarlo todo y continuamente sufrimos de FOMU (fear of messing up).
• Tenemos dificultad en dejar que otros hagan lo pertinente a su rol y, en ocasiones, nos convertimos en Cuca Gómez o en las tres T: “lo sé todo, lo hago todo, lo puedo todo”.
• Si decimos algo que ofende a otros (porque es poco sensible o irrespetuoso), tildamos a los ofendidos de sobrerreaccionar a lo ocurrido.
• Nos da dificultad reconocer cuando los demás expresan que no somos buenos escuchando.
• Usualmente encontramos que los demás tienen la culpa de nuestros problemas y nos fascina “justificarnos”.
Recordar que el adaptarse, tener empatía, demostrar una actitud positiva y controlar las emociones, en especial las negativas, nos permite mayores oportunidades y posibilidades. Cuando tengamos duda si estamos poniendo nuestras mejores destrezas en práctica, solo necesitamos preguntarnos si inspiramos, motivamos y energizamos a otros.