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Lo que no hacen los medios

Lea la opinión de Mariliana Torres

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Si hacemos una encuesta sobre cuántos medios de comunicación electrónicos en Puerto Rico educan, la lista sería bien pequeña. En la radio ni hablemos porque hace años que dejó de informar para competir por la vulgaridad con la excepción del esmerado proyecto que contra viento y marea lleva a cabo Radio Universidad, de la Universidad de Puerto Rico. Así que con el entretenimiento sin risa y con “cafrería”, como decía un personaje de la televisión, que nunca me ha dado risa, se han hecho ricos los que piensan que mandan y los peones. Al fin y al cabo, la programación responde a dólares y centavos en lugar  de la educación como objetivo y función. Pero tenemos que aceptar que hay pocos interesados en perseguir esa función que aprendieron una vez. Entonces, a los que intentan educar con proyectos de calidad no les dan la oportunidad o los tildan de aburridos.

Distingo al músico y músico-terapeuta Víctor Rivera, de Atención Atención, quien tuvo mucha visión, suerte e inteligencia para convencer a los directivos de un canal de televisión comercial que su programa era diferente, entretenido y educativo. Le dieron la oportunidad y la audiencia creció y creció. Por eso hoy día sigue activo y cautivando. Víctor es un profesional educado que integra el juego y el baile para enseñar valores por medio de la música a los preescolares. Su propuesta, que no se aleja mucho de lo que fue en su momento Plaza Sésamo, le ha merecido prestigiosos premios, como el Grammy Latino.  Atención Atención hace recordar esmerados proyectos que nos educaron, como el que tenía la querida Sandra Zaiter y Pacheco. Proyectos que ya no se observan o no le dan participación en los medios electrónicos. Es una pena porque nuestros niños tienen que recurrir a la televisión anglosajona y su discurso comercial. Toquemos otro proyecto que debería educar pero tampoco lo está haciendo: los noticiarios. Aunque el contenido no lo decide el periodista, tampoco se le da la oportunidad de sugerir algún tema que eduque. Sí tiene culpa cuando no se prepara para hacer preguntas inteligentes que aporten a la educación de los temas que atañen al país. El otro día estaba viendo un segmento y rápidamente me di cuenta de que el entrevistado no era cabal para contestar las preguntas y que quien entrevistaba no se había preparado. No se puede hacer una buena entrevista si no se ha leído sobre el tema. Una herramienta inexcusable de los que trabajan en televisión como presentadores es estar educados. De lo contrario, se pierde la credibilidad y su carrera será más corta que un bostezo. Más que frustración me dio pena porque los niños y jóvenes tampoco pueden contar con ese recurso de comunicación como parte de su plan educativo. Fíjese de la importancia; no es ver televisión por ver, es observar con el ojo educativo. Todos necesitamos aprender algo en estos momentos cuando se alienta la simpleza y la inmediatez. Por eso es que las generaciones de hoy día encuentran en las redes sociales su necesidad y comparten información aunque sea incorrecta. Debemos darle a esa generación llamada “millennial” las herramientas necesarias para que puedan discernir con o sin teléfono móvil. Esa generación casi no ve televisión, pero al utilizar el multimedia puede acceder a contenidos inapropiados que inciden en su carácter. En estos días es muy difícil informar como se supone y comprender cuál es nuestro público. La noticia de un niño agrediendo a su madre con un cuchillo no deja de sorprender e indignarnos. Esa noticia no educa, pero la podemos utilizar para conversar con los chiquitos de la casa de por qué ese contenido es inadecuado y cómo esas acciones del menor no son buenas. No estamos en posición de juzgar lo que ocurre y lo que ocurrió en el seno del hogar de esa familia. Como tampoco podemos utilizar filtros para un contenido que navega en todas las redes, los medios de comunicación pueden ayudar a difundir la información con cautela y aprovechar la oportunidad para educar sobre las implicaciones. No queremos que la noticia se convierta en un patrón repetitivo cuando pervierte. Tratemos de educar. Por favor, tratemos.

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