El periodista informado puede abrir sus espacios para mediar entre las políticas actuales que aplastan al ciudadano y destacar aquellas que construyen una sociedad de bien. Podemos distinguir entre la veracidad y la falsedad, entre la corrupción y las políticas que promueven el desarrollo económico. Si cada medio de comunicación llevara a cabo esa función, se convertiría en mediador representando a los ciudadanos y otorgando voz a los verdaderos líderes que llevan debajo del brazo propuestas reales. Es decir, darle foro al que critica con respeto, al que alza la voz por la dignidad y denuncia la corrupción por el reclamo legítimo de tener una mejor calidad de vida. Soy consciente de que no todos los medios de comunicación promueven esa función social. Pero siempre es bueno recordar las fallas y supongo que alguien con interés genuino de mejorar retome los principios constitutivos del periodismo. Se supone que el periodista sirva de mediador entre la realidad de la sociedad y el poder.
¿Cuántos periodistas y medios de comunicación observaron ese principio durante el pasado proceso plebiscitario? No hay excusa para la falta de información en el discurso periodístico de cualquier medio de comunicación. Cuando se escucha en un medio de comunicación internacional, considerado por muchos un referente, que Puerto Rico se convirtió en estado el pasado fin de semana luego del resultado, obviamente, le falta mucho por entender sobre el proceso político que por décadas ha golpeado a la isla. El desconocimiento no permite que el medio de comunicación desarrolle credibilidad o sostenga la información que divulga. Escuchar disparates como ese hace pensar sobre la falta de preparación y la responsabilidad social que tiene cada medio de comunicación. Entonces observamos después en un noticiario de televisión nacional a una periodista decir que el resultado del plebiscito cambiará la vida de los puertorriqueños a partir del domingo. También en total desconocimiento de la historia política del país y sus procesos plebiscitarios. Uno de los fundamentos esenciales en la transmisión de información relacionada con la política es el antecedente o la historia que llevó a donde estamos hoy día. Hemos observado que muchas personas olvidan sucesos importantes de la historia del país y en nuestro rol de educar es indispensable incluirlos en la información que se transmite. Además, si se tiene conocimiento del antecedente político, el ciudadano tendrá a la mano los elementos para llevar a cabo análisis pertinentes y serios. El problema de hablar sin saber es que muchas personas escuchan y repiten el disparate. Los comunicadores no se deben molestar si alguien los corrige por el error cometido. Al contrario, deberían agradecer. La desinformación es parte del mal en nuestra sociedad, pues gente desinformada debate como si tuviera la razón sin tan siquiera revisar si lo que está diciendo es correcto.
El periodismo tiene una responsabilidad mayor en la discusión pública y en los debates. Para desarrollar y transmitir información correcta se debe partir de la premisa de que toda información entregada a los ciudadanos es un bien común que orienta, educa, entretiene con respeto, pero, sobre todo, afronta los problemas que atañen a la sociedad para procurar calidad de vida. Por eso es que siempre se sostiene que una de las obligaciones del periodismo es sustentar su dimensión social fomentando el debate inteligente y la opinión pública. Si los políticos, los que le gustan identificarse como analistas pero todos sabemos que no lo son, y los comunicadores entendieran esa dimensión, la información que transmitirían sería completamente distinta. En estos momentos en que Puerto Rico está tan frágil económicamente, pasando por una recesión que parece no tener fin, se necesita responsabilidad social en la comunicación eficaz de todo tema. De igual manera, los medios de comunicación deben siempre tener presente que dar paso a información incorrecta propicia la ignorancia. Si los medios colocan en primera posición al ciudadano que colabora con los cambios que necesita la sociedad, está formando parte de la práctica democrática de construir el bien común.