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Espejismos

Jerohim Ortiz Menchaca denuncia cómo el mensaje de Rosselló solo fue una distracción política de que están haciendo algo, mientras sus acciones y los comandos de la Junta dicen otra cosa

El mensaje del gobernador Ricardo Rosselló esta semana fue en realidad una ilusión óptica propia de un mago, un espejismo que ya hemos visto.

Como si hubiese desempolvado el discurso de los gobernantes que le precedieron los últimos cuatrienios y nos hubiesen sometido nuevamente a la letanía de presenciar el circo que acostumbran ser estos mensajes en los últimos años.

Siempre plagados de generalidades y promesas grandilocuentes —no sustentadas por los datos— que provocan en las delegaciones de mayoría los vítores melodramáticos de: “¡Cuatro años más! ¡Cuatro años más!” mientras los jefes(as) de agencia y alcaldes aplauden como focas desde las gradas.

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Tratan así de vendernos un país de las maravillas inexistente, una mentira, una representación engañosa de bienestar que choca violentamente con lo que vivimos.

Nuestra clase política no acaba de entender que el país, en su inmensa mayoría, no es idiota. La gente sabe que en muchos de estos mensajes 8 de cada 10 palabras son falsedades o medias verdades. Las otras dos son conjuciones y preposiciones.

Durante su mensaje, el gobernador trató de esconder el hecho de que ni él ni la Asamblea Legislativa electa tienen control de nada en el país.

Lo que se presentó no fue un presupuesto sino un documento de trabajo que, según la ley PROMESA —a la que este gobierno ha decidido acatarse— debe ser aprobado antes por la Junta de Control Fiscal.

La Junta, por su parte, respondió ayer que lo certifica pero condicionado a que le hagan enmiendas sustanciales. Que es lo mismo que decir que aún no lo aprueban.

Durante su mensaje, aseguró que las pensiones de nuestros viejos estarían aseguradas en su totalidad.

Doce horas más tarde tuvo que admitir que todo lo que había dicho estaría sujeto a la revisión de la Junta. Es decir, en realidad las pensiones no están garantizadas porque el plan fiscal contempla un recorte sustancial a estas.

Trató de esconder el hecho de que el nuevo presupuesto es muchísimo menor porque se aplicarán recortes brutales en áreas que deberían considerarse esenciales. Solo en los renglones de educación primaria, la UPR, instituciones sin fines de lucro y salud los recortes se aproximan a $500 millones de dólares.

No nos llamemos a engaño. Ese intento de ocultar la verdad no se da en el vacío.

Tiene el propósito de avivar y alentar a los fieles del Partido Nuevo Progresista a salir a votar por la estadidad en el natimuerto plebiscito que nos está costando $7 millones de dólares.

Si habrá o no una buena participación electoral en la consulta, ya veremos en 8 días. Lo cierto es que el mensaje de presupuesto del gobernador fue un intento desesperado de echar a correr un vehículo que parece estar sin motor. Todo parece indicar que, o la participación electoral será pírrica o el apoyo a la estadidad no es tan contundente como ellos lo esperaban y anhelaban.

Ese es el problema con los espejismos que se crean con ese tipo de discursos. No son reales y, por tanto, la verdad siempre regresa como bumerang a hacer su agosto. Por eso, su efectividad política (si tienen alguna) es de muy corto plazo.

La maroma del gobernador adolece de lo mismo que la columna del exgobernador colonialista que intentaba esta semana convencer a la base del Partido Popular Democrático de que el ELA de 1952 sigue vigente, incólume e inabatible.

Ambos son como el salmón: nadan contra la corriente del río impetuoso de la realidad que golpea sin piedad con toda su rudeza.

La verdad es que ni el ELA colonial es sostenible, ni el plebiscito será el éxito que el PNP quería que fuera para su ideal, ni viviremos en el país de las maravillas que Ricardo Rosselló nos quiso pintar.

El gobernador dijo durante su campaña que era posible gobernar con la Junta, aseguró que estaría un paso delante de ella para que esta no tuviese que decirles cómo hacer las cosas.

Dijo que no era necesaria la quiebra y que habría de pagar toda la deuda y mantener los servicios esenciales al país.

Hoy confirmamos que, una vez más, nada fue verdad. Todo fue un mero espejismo.

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