José Carrión III:
Le escribo para expresarle con franqueza lo que estoy seguro pensamos de usted la mayoría de los puertorriqueños(as).
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Usted es una desgracia para este país. La mayor desdicha que hemos vivido desde el gobierno colonial español de José de La Torre en el Siglo 19.
Cada expresión pública que realiza nos confirma que, no solo tiene nombre de monarca, sino que piensa y actúa con esa misma insensibilidad que les caracterizaba.
Al salir de su reunión con el liderato estudiantil de la Universidad de Puerto Rico tuvo la osadía de enviarles el siguiente mensaje: “Regresen a estudiar. ¡Gradúense! Comiencen negocios y vayan a trabajar”.
En otro contexto su mensaje hubiese sido apropiado. Pero en el Puerto Rico del 2017 va cargado del más asqueante e intolerable de los cinismos.
Ignora adrede que la razón por la cual el estudiantado está en huelga es porque el organismo dictatorial que usted dirige amenaza con recortarle la mitad de su presupuesto; acción que provocaría el cierre de dos terceras partes del sistema, dejaría sin empleos a miles de personas y colapsaría la economía de al menos ocho pueblos que tienen como motor económico esos recintos.
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Ni hablar de aquello que es lógico, cuando las universidades privadas se vean sin competencia del Estado, aumentarán el costo de sus créditos y obligarán a nuestra juventud a hipotecar aún más su futuro para poder estudiar.
Ya que los opulentos asesores en los que se fotutea nuestro dinero son incapaces de brindarle información básica sobre la realidad de Puerto Rico voy a ilustrarle con algunos datos de fácil constatación.
Según se desprende de las estadísticas del Departameto del Trabajo del 2016, en promedio, el desempleo entre los jóvenes de las edades de 18-29 años alcanza el 27%. Es decir, más del doble del promedio en la totalidad del país.
Esa es la razón principal por la que una gran cantidad de jóvenes perfectamente productivos se han visto forzados a emigrar en busqueda de una vida digna.
Esa es la razón por la que estudiantes y profesionales con bachilleratos, maestrías y doctorados nos hemos visto en algún momento en la frustrante situación de tener que trabajar 10-15 horas a la semana a $7.25 porque es lo único que está disponible para lograr comer mal dos veces al día, echarle gasolina al vehículo para luego romperse la cabeza pensando cómo se pagará la renta, la luz, el agua y el celular.
Por otra parte, sucede que para quienes no tuvimos la dicha de entrar al mercado laboral con estabilidad antes de la crisis -que usted tan agilmente ayudó a crear tomando más de 15 mil millones de dólares en deuda- no hay crédito ni capital disponible que permitan lanzarse a la aventura de emprender. La inmensa mayoría de este país no es dueña del banco como su familia.
No espero que comprenda esto ni pretendo que le importe. Tampoco pretendo que lo entienda el gobernador que ha gozado de todos los privilegios posibles: estudió en Marista y M.I.T, se dice que su padre, el gobernador que se hizo millonario, escondió los esqueletos que literalmente produjo durante su adolescencia y lleva un apellido que, al día de hoy, es su mayor activo político.
Tampoco pretendan pasar por ignorantes. Existen miles de personas que han tenido privilegios similares a los suyos, son conscientes de ello y luchan cada día por cerrar la brecha de inequidad y pobreza que impera en Puerto Rico.
Sabemos que no es su caso. Seguirá siendo el mismo cobarde que, aún teniendo poder absoluto y asesores que le cuestan a este pueblo una millonada, es incapaz de contestar de dónde salen sus proyecciones ni cuál será el impacto de sus medidas.
¿Cómo podría ser diferente? Usted también nos trajo hasta aquí y por eso es igual que ellos: Chanchullero, mentiroso, corrupto e indeseable.
Por eso, quienes pudiendo irnos nos quedamos, lo enfrentaremos con cada vez mayor vehemencia en todos los frentes posibles. En la calle, en las cortes, en el Congreso y a donde quiera que vaya. Nos nos da la gana de dejarle al país a gente de su calaña.
Nuestras próximas generaciones conocerán bien su nombre, con los tres palitos y todo.
Sabrán que fue quien dirigió la dictadura pusilánime que se escondió tras otros para no aceptar su responsabilidad. Será nuestro Pinochet, Trujillo, Somoza, Hitler, Trump.
Le aseguro que este país se encargará de que lleve eso en su conciencia hasta el día que muera.