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Emojis y letras

Lea la columna de opinión de Mariliana Torres.

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Tengo miedo de perder la caligrafía que me enseñaron con esmero en la escuela. Las letras hermosamente esculpidas ya casi no existen, y el grito de alarma es para aquellas personas que han decidido colgar el lápiz y el bolígrafo. ¿Hacia dónde se dirige la comunicación tradicional? Preferimos hablar con ordenadores y los teléfonos móviles. ¿Cuándo fue la última vez que usted recibió una carta escrita, como dicen por allí, a puño y letra? Las que recibo las atesoro porque me imagino que dentro de poco serán objeto de colección.

Una situación similar comentaban hace unos días en un noticiario de la televisión norteamericano. Con extraña rareza y perplejos los periodistas de mediana edad observaban cómo dos niños interactuaban a través de sendos manuscritos. Realmente, quienes deberían mostrar singularidad son los niños acostumbrados desde la cuna a las computadoras y videos. Lo habían advertido los estudiosos de las letras que las computadoras y los teléfonos le harían una mala pasada a la caligrafía. Incluso el diario de mayor circulación en Alemania, Bild, publicó un estudio que afirma que uno de cada tres adultos no ha escrito nada a mano en los últimos seis meses. Las consecuencias de no escribir van más allá de perder la habilidad de “escribir lindo”, pues pienso, sin ser experta, que se atrofia el cerebro. Habrá que preguntarles a los especialistas si con el tiempo la capacidad analítica de la persona también se perjudica.

Los periodistas también están pasando por esa transición de eliminar las libretas de apuntes. A mi entender, una mala costumbre. La libreta es el instrumento de trabajo donde nace una interesante historia. Parecería como si estuviéramos secuestrados por las computadoras mientras muere la caligrafía. Ni los médicos, con su fama de caligrafía ilegible, escriben, pues ahora imprimen o envían directo a la farmacia las órdenes médicas.

¿Piensa usted que la red digital domina nuestras vidas? ¿Contribuye usted a que la caligrafía se extermine? ¿Es usted de las personas que utiliza como herramienta de comunicación los emojis? Extraordinario surgimiento que ahora es parte de nuestro diario vivir, pero que también incide en la decadencia de la caligrafía y la identidad. Ahora preferimos decir “te amo” con un corazón, “estoy alegre” con una carita sonriente y “estoy enfermo” con una carita que muestra un termómetro y una venda en la cabeza. Simpáticos y divertidos, los emojis iniciaron su aparición en la brecha digital hace más de veinte años como símbolo gráfico para comunicar nuestro estado de ánimo o emoción. Son fantásticos de eso no cabe duda, pero me pregunto: “¿Estamos en el umbral de la desaparición de la conversación articulada y real?”. Algunos piensan que esa manera de comunicarnos también ha afectado el lenguaje escrito. No podemos darle la espalda a la evolución del lenguaje y sus influencias. Sí debemos darle atención a su calidad. Lo peor que le puede pasar a la humanidad es criarse con un lenguaje descuidado, porque afecta nuestra capacidad de comunicación y educación.

No es una falta comunicarse con emojis, porque es un modo de interpretación y obligamos a poner en práctica nuestra capacidad analítica. Me parece que los emoticonos, como se les llama en español, apoyan el lenguaje escrito, tienen sus propias reglas y descifrado. La utilización correcta aporta al mensaje y a la economía del lenguaje. Además, se calcula que hay sobre seis mil millones de emojis en la red. Tal es su crecimiento que ya el MOMA de Nueva York los ha acogido como parte de su colección de diseño gráfico. Los investigadores del lenguaje en el Reino Unido señalan que es el lenguaje de mayor crecimiento. Como marca está funcionando y generan muchísimo dinero. Aportan a valorizar un producto y en el análisis de los sentimientos del cliente, por lo que se han convertido en herramientas y métricas de comunicación eficaces. Recuerda que un emoji aporta y divierte, pero no sustituye la escritura que distingue.

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