Hoy miércoles, 3 de mayo, celebramos el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Quisiera poder decirles que estamos mejor que el año pasado en términos de libertad de nuestra profesión, pero no es así. Los ataques contra los medios de comunicación continúan en aumento. Puedo comprender que no a todos les guste lo que se publica, pero me preocupa la falta de tolerancia y el incremento del odio por parte de los gobiernos que ensalzan a los hombres con poder que pisotean al ciudadano. Estoy más que clara que el periodismo es una de las profesiones más peligrosas del mundo y los cantazos son gajes del oficio. A lo que me estoy refiriendo en este día de supuesta libertad de prensa es al pie que nos colocan los gobiernos, que se vanaglorian de democracias, para que no podamos realizar nuestro trabajo. Nada más hay que leer el informe sobre la actual Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras para darse cuenta de que la represión de los países que irrespetan la libertad de prensa va en alzada. Países como Estados Unidos, que, luego de la victoria del presidente Donald Trump, ha descendido en calificación (puesto 43 en el mundo) se ha dedicado a incrementar su obsesión por la vigilancia a la prensa. Persiguiendo a quienes realizan investigaciones, pidiendo la revelación de fuentes periodísticas, controlando contenidos digitales y amenazando con quitar licencias de transmisión. Los mensajes tóxicos cargados de odio son escuchados y lo peor de todo es que, en lugar de contrastarlos, se aceptan como verdaderos, ocasionando la divulgación de noticias falsas y la desinformación. Esa es nuestra verdadera crisis en el Día de la Libertad de Prensa: trabajar sin libertad para dar a conocer la verdad y denunciar a los corruptos que se roban el dinero de los ciudadanos. Pero no solo Estados Unidos ha descendido en la clasificación mundial, también países como Polonia perdió, por ejemplo, siete posiciones en la libertad de prensa, porque el gobierno se ha dedicado, según el informe de Reporteros sin Fronteras, a intimidar a los medios de comunicación y los utiliza como propaganda para impulsar sus reformas antidemocráticas. Lamentable por demás que Turquía se consolide como régimen autoritario, donde es imposible trabajar como periodista. Sus cárceles, junto con China, son las que más tienen periodistas detenidos. Corea del Norte sigue siendo el lugar donde se producen mayores atrocidades contra los miembros de la prensa. Reporteros sin Fronteras ha denunciado que por el simple hecho de escuchar las noticias el gobierno envía al radioescucha a campos de concentración.
A pesar de que fue golpeado por el terrorismo, Noruega tiene el puesto número uno de la clasificación como el lugar donde la tendencia de presiones políticas contra los periodistas es baja. La posición la perdió Finlandia, que llevaba seis años consecutivos en el primer lugar. Finlandia, que es modelo de educación y tolerancia para el mundo, también ha denunciado presiones políticas contra los medios de comunicación, al revelarse conflictos de interés entre sus líderes. Loable lo que han logrado Suecia y Eritrea, que han ascendido en su defensa por la libertad de prensa, al permitir la entrada de más periodistas a su zona para hacer su trabajo y condenando las amenazas contra los funcionarios de la verdad y la información. Antes de Corea del Norte, Eritrea era el país con mayor incidencia.
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Estos acontecimientos mundiales golpean gravemente la carrera periodística que, además, está reflejando un alto índice de desempleo. Los conflictos armados inciden en la clasificación mundial por el alto grado de peligrosidad en las zonas de trabajo. Siria continúa siendo el país donde el periodista tiene menos probabilidad de salir con vida. Debo mencionar a Nicaragua, donde la censura, intimidación y acoso del gobierno han ganado a la divulgación de la información. Mientras, en Colombia, por primera vez en siete años, no han asesinado a ningún periodista.
Puerto Rico no es incluido en la clasificación, pero eso no significa que no es vulnerable. Aun con amenazas y la falta de transparencia continuamos nuestro trabajo bajo la coyuntura de la represión que también sufre el pueblo por la peor catástrofe económica, social y política.