La contestación a esa pregunta que acabo de hacer es “cualquier cosa”. Si usted evalúa los contenidos en el ciberespacio, cualquier información es noticia desde el momento en que usted la lee y le otorga un like, aunque no le guste. La responsabilidad de lo que es o no es noticia recae tanto en el comunicador, el periodista, el editor, el dueño del medio de comunicación como el lector. Usted tiene completa responsabilidad de la falta de profundidad cuando busca información sin sentido. Ejemplo de ello son los miles de likes al futbolista en calzoncillos, la chica Kardashian que se fue de vacaciones a las montañas o la novia de tal deportista que se compró un carro. Información que no tiene importancia, pero que circula en las redes sociales porque hay personas a las que les gusta ese tipo de información sin profundidad. Entonces, gracias a las redes y sus nuevas tecnologías, cualquier dato que se publica se puede convertir en noticia siempre y cuando usted le dé like y hasta aporte a convertirlo en viral. El problema que acarrea este fenómeno es que golpea severamente el periodismo de profundidad, a la vieja usanza. Es decir, el periodista investigativo de 24 horas al día siempre listo para ir a la calle. Cuánta falta hace ese investigador que se tomaba todo el tiempo para contrastar datos, confrontar versiones, revisar documentos y cultivar fuentes de información. No estoy en contra del periodismo de entretenimiento, que conste, pero el problema radica en que las nuevas tecnologías han socavado el umbral de la profundidad periodística otorgándole más importancia a la modelo topless que a los documentos que prueban la corrupción gubernamental que le roba el dinero a la gente. El periodismo está para decir en papel, en video, en la radio y en el ciberespacio la verdad. No podemos cerrarnos a nuevas tecnologías, pero debemos utilizarlas con sabiduría no con la obsesión que hoy día ha permitido que controlen nuestras vidas. La falta de dinero también ha propiciado que la noticia se disipe a lo mínimo. Los dueños de medios de comunicación golpeados severamente por la crisis económica exigen que se disminuyan los gastos para poder sobrevivir. El presupuesto para investigar ha disminuido y con ello el contenido de profundidad. Esa vertiente es muy preocupante por el tipo de sociedad que estamos construyendo.
Entiendo que el verdadero periodismo es salvable si retomamos los esfuerzos de educación e invitamos a las nuevas cepas a salir de los escritorios. En el contacto con las personas y la cruda realidad de la calle está la esencia del periodismo. Captar todas las emociones que ocasionan los acontecimientos le coloca rostro a la noticia. Sería un error pensar que desde el escritorio con el computador y la conexión a las redes sociales se puede resolver todo. Parece como si todos hubiesen nacido con Facebook o criado en Twitter porque están utilizando el menor número de caracteres para informar. Prefieren el mensaje de texto a llamar por teléfono o sencillamente evitan ese encuentro cara a cara para obtener una noticia con todos los ángulos que conforman su estructura. Se pasan día y su noche observando esa pequeña pantalla del móvil y a la menor oportunidad se adueñan del copy and paste sin otorgar el crédito correspondiente. Ojo que esa epidemia no es solo en el periodismo.
A los compañeros periodistas les sugiero buscar datos que cambien el contenido o la nutran ante la falta de recursos para profundizar en la noticia. Hay que defender la profesión, aunque ese día no se pueda salir del escritorio. Si se fijan bien, el periodismo es observar, escuchar, hacer buenas preguntas, mantenerse informado, leer, contrastar, procurar la ética y escribir bien. En ello radica la pureza de la información bien fundamentada para ganar la credibilidad y provocar la opinión pública. Pero desde el escritorio no se logra.