La semana pasada escribí lo siguiente en uno de mis mensajes diarios en mi página de Facebook: “Si hay algo de tu pasado que todavía te duele y te hace sentir como víctima, ¿qué tal si re-escribes tu historia y te conviertes en protagonista? De todo salimos más fuertes. Y eso nos hace sobrevivientes, no víctimas”.
Dos personas me respondieron preguntando que cómo se hace eso. Aquí les contesto. Escoger ser víctima o sobreviviente es una decisión personal que tiene que ver más con la forma en que escogemos interpretar la vida que con aquello que nos ocurre. Hace poco, en un taller en una escuela, una de las presentes habló acerca de la pérdida de tres de sus cuatro hijos. Dos de sus varones fueron asesinados y una hija murió luego de ser impactada por un conductor ebrio.
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La miré a los ojos y le pregunté que cómo estaba de pie después de haber perdido tanto. Ella sonrío y me respondió que por sus nietos. De hecho, tiene la custodia de tres de ellos y es la mamá-abuela más activa en esa escuelita rural. Esa mujer se ha convertido en el ejemplo de toda la comunidad. ¿Cómo lo hizo? Para comenzar, buscó un propósito en la vida. Encontrar algo hacia lo cual caminar y trabajar la mantiene viva y le da una dirección en medio del dolor. He conocido casos, y me incluyo a mí, en los cuales me he sentado a analizar cómo he crecido y qué he aprendido de mí misma a raíz de lo que me ha ocurrido. Siempre termino sintiendo que he descubierto nuevas fortalezas, y eso me ayuda a salir de la victimización.
Nos convertimos en héroes y protagonistas de nuestras historias de dolor también cuando aprendemos a perdonar. El cargar con coraje y resentimiento siempre nos va a mantener como víctimas. Al lograr perdonar, reconocemos nuestra capacidad para la compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás, y eso inevitablemente nos va a hacer más fuertes.
¿Cómo se hace? Creciendo a través del dolor. Inténtalo. Deja atrás a la víctima.