Por: Denis Márquez
Representante PIP
PUBLICIDAD
La enajenación política e ideológica de algunos sectores del Partido Popular no tiene límites. Durante más de sesenta años fueron cómplices de la monumental y desmesurada mentira de los Estados Unidos a los efectos de que Puerto Rico había superado su condición colonial a través del ELA. Contaban entonces con el favor de los americanos y de todo un sistema diseñado para entronizar los intereses norteamericanos en detrimento de los puertorriqueños. Pero, como todo en la vida, no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resisita; la opinión de la Corte Suprema de Estados Unidos en Pueblo vs. Sánchez Valle, la postura del Ejecutivo federal en ese caso y la aprobación de PROMESA y la Junta de Control Fiscal representaron la más cruda bofetada que derribó la máscara de la colonia y dejó descubierto el contubernio con el cual engañaron al mundo y a la mayoría de los puertorriqueños. Los independentistas lo denunciamos desde el día uno y contra todos los obstáculos de entonces: por un lado, el Gobierno norteamericano —ávido en proseguir con su agenda imperialista y posicionarse como el único guardián del mundo— y, por el otro, el Partido Popular, la mordaza, la represión y todo un sistema para acallar las voces disidentes que denunciábamos el carácter colonial e indigno de un estatus artificial.
Hoy, en pleno siglo XXI, todavía hay sectores dentro del Partido Popular que promulgan y se desviven por la colonia maquillada, en un esfuerzo vano por tratar de mantener ese falso y artificial modelo político, social y económico que ha desembocado a todo un país al abismo de la crisis que hoy padecemos. Y se valen de cualquier artimaña, como la carta de los ocho congresistas, la cual acentúa su desconexión respecto a la realidad política del Puerto Rico de hoy. Es la imagen del colonizado que no quiere ver, que no quiere oir y al que le aterra su libertad.
Esos ocho congresistas republicanos representan los elementos más reaccionarios y xenofóbicos en el Congreso estadounidense. Varios de ellos votaron a favor de PROMESA y su Junta de Control Fiscal. Su anhelo de perpetuar el poder plenario del Gobierno federal sobre lo que consideran su propiedad, y que es realmente nuestra nación, no debería sorprender a ningún puertorriqueño. Sin embargo, sí debería generar en todo boricua que se respete a sí mismo el más enérgico rechazo. La respuesta de ciertos sectores del Partido Popular es sumamente decepcionante, aunque tristemente predecible. Lo que sí resulta revelador es que los colonialistas hayan sido incapaces de recabar más apoyo congresional en su travesía. Ante el terror que inflige en la mayoría de los congresistas la idea del estado de Puerto Rico, el hecho de que solo hayan suscrito su gesta servil ocho miembros de los sectores más recalcitrantes de la política norteamericana dice mucho de la falta de validez de sus posturas. Ante esta nueva afrenta de las fuerzas colonialistas, externas e internas, la respuesta contundente de nuestro pueblo debe ser apoyar la soberanía nacional representada por el círculo en el plebiscito de 11 de junio para de una vez y por todas tomar las riendas de nuestro destino colectivo.