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Rubio no, pero tampoco objetivo

Lea la columna de opinión de Hermes Ayala.

Por: Hermes Ayala

Casi casi me pinto el pelo de rubio, pero no lo hice. Si hubiese tenido 15 años menos, quizás ahora mismo estuviese más Charityn que el pollito Yito.

Pero no. No sucumbí a la tentación. Y no es que me arrepienta, pero, poniéndolo en perspectiva, hubiese estado bastante cangri. Pérate, pérate. ¿Cómo es que ahora a uno le da por pensar en eso luego de que Puerto Rico cogiese una pela tan y tan soberana como la soberanía que no tiene?

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Acho, eso es culpa de un calvo.

“Los de la Junta de Control Fiscal deberían pintarse el pelo, para empezar a demostrar que están con el pueblo puertorriqueño”, me dijo el otro día el dirigente de la selección nacional, Edwin Rodríguez.

“Nosotros no estamos contentos con la Junta. Eso se sabe. Así que ellos deberían empezar a intentar algo para que nos caigan bien. Pintarse el pelo de rubio hubiese sido tremenda idea. Pero yo no sé si ellos tan siquiera han visto un juego. No sé si ellos han visto, aunque sea una entrada”, agregó.

Durante las pasadas tres semanas debo haber hablado por teléfono con el dirigente de la selección nacional al menos una docena de veces. Lo considero mi pana al tipo. Soy socialista e independentista. Soy periodista, quizás mucho más periodista que muchos de los que dicen ser periodistas y pregonan cosas sobre la objetividad, y bla y bla y bla. No me importa que hablen de mis chuletas de “ay ya, el más periodista”. Son chuletas con fundamentos, además que me considero chuletólogo. Conózcanme, lectores de Metro, por si me toca escribir cosas de estas de opinar, pues no me gusta, y el aborrecimiento es harto, especialmente cuando de la “objetividad” se trata.

Es que el periodista tiene que entender que la objetividad no existe. O sea, si un sujeto hace tal o cual cosa, como escribir por ejemplo, lo que hace es subjetivo, un objeto inanimado como el zafacón que al lado en esa parada de guagua del aeropuerto, donde escribo esto en espera de que Aiola Virella, la directora de Metro, nos recoja, pues ese zafacón, objeto inanimado al fin, es objetivo. La barba zarapastrosa de mi colega Javi López, esa barba chancha de actor que no cogieron para el Mío Cid es objetiva, es un objeto inanimado. Entonces, el sujeto es subjetivo y el objeto es lo que es objetivo.

Pues bien, dentro de esa subjetividad es que pensé en pintarme el pelo de rubio, y claro está, pintarme mi propia barba zarrapastrosa. Es más, que me diga algún periodista que cubrió el Clásico Mundial de Béisbol si lo hicieron de manera objetiva. Imposible. Los periodistas no son objetos.

Así van las cosas de la humanidad mundana. Ojalá llegue ya el Clásico del 2021. Me voy a pasar la cero por el coco, por si acaso, a lo Edwin Rodríguez, y luego me pondré a filosofar sobre cuántas horquetillas deben tener las melenas de los miembros de la Junta de Control Fiscal.

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