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Busconeando en el amor…

Ahí sí. Soy buscona, ¿y qué? Y lo soy porque vivo buscando y tratando de practicar y enseñar a otros esas actitudes que tienen las personas verdaderamente felices.

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El pasado miércoles, como ocurre frecuentemente luego de mi segmento semanal “Los secretos de los felices”, en el programa Wapa a las cuatro, recibí varios mensajes de televidentes comentándome acerca del tema. Entre las comunicaciones que llegaron a través de Messenger estuvo la de un caballero, a quien no conozco ni tengo como amigo en Facebook, pero quien aparentemente cree conocerme a mí.

En su mensaje me llamó “buscona”. Dijo que él no podía entender cómo yo podía hablar de “felicidad” después de haberme divorciado tres veces y que mi trabajo era una busconería. Estoy clara en que siempre voy a encontrar personas que difieran de mis visiones de vida, y siempre he estado abierta a las críticas. Pero en esta ocasión el ataque me pareció vicioso. 

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En el argot popular, un buscón o buscona se refiere a “alguien que busca engañar o aprovecharse de los demás”. Son personas que parten de la premisa de que el fin justifica los medios.   Estoy bien clara en que yo no soy ese tipo de buscona.  Pero existe otra definición de la palabra.  El diccionario de la Real Academia Española define buscona como una “persona que busca”.  Ahí sí. Soy buscona, ¿y qué? Y lo soy porque vivo buscando y tratando de practicar y enseñar a otros esas actitudes que tienen las personas verdaderamente felices.

Sí es cierto que he tenido tres divorcios, además de un cuarto fracaso, que, aunque no llegó a matrimonio, me dolió igual.  Pero no creo que eso me descalifique de guiar a otros hacia aquello que puede aliviar sus sufrimientos y llevarlos a vivir vidas más plenas. Hay muchas razones que llevan a que una relación de pareja termine.  En mi caso, he tratado de poner en práctica uno de los principales secretos de las personas felices, tomando responsabilidad por cada una de mis decisiones y fracasos. 

Y a pesar de aquello que me ha ido mal, me considero una persona plena y feliz.  Pero eso no quiere decir que en algún momento no volveré a meter la pata.

Y, como buscona que soy, seguiré buscando. 

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