Era de esperarse que alguno de los actores o actrices de Hollywood lo hiciera, pues, desde que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ganó la nominación, han sido muy vocales en contra de las posturas no tradicionales asumidas por un presidente fuera de lo que se considera la tradición norteamericana. Hollywood teme que la meca del cine se vea afectada e incluso muchos de sus principales personajes aseguraron que se irían de Estados Unidos si él ganaba. No lo han hecho. Me imagino que luego pensaron que sería un error de su parte dejar el país por un ave de paso o quizá asumieron una postura muy apresurada debido al enojo. Pero ¿realmente asumirían esa misma postura por aquellos que lo que observan son bombas y no un lunático?
El discurso de la reconocida actriz Meryl Streep en la reciente premiación del Globo de Oro no es nuevo, pero ha tenido mayor repercusión porque la difusión de su mensaje fue a una audiencia mayor y diversa. Además, las heridas están abiertas a tan solo dos semanas de la toma de posesión del presidente electo Trump. Probablemente fue muy acertado el momento y en su mejor caracterización mostrar al mundo la indignación y frustración que siente por un hombre que no mide la profundidad de sus palabras cuando expresa (casi siempre de madrugada y por Twitter) sus posiciones sobre un asunto. No utiliza la mejor sintaxis, pero sí sabe como herir y faltar el respeto. La crítica de Streep al presidente electo se debió específicamente a la burla que realizó Trump ante una audiencia en contra del periodista discapacitado Serge Kovaleski, de The New York Times. Ya en una de las columnas había hablado de aquel momento poco agradable, que, aunque está grabado para la posteridad, Trump no lo sigue viendo como una mofa.
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En lugar de disculparse como hombre de Estado, la ha emprendido contra Streep llamándola “sobrevalorada” y “lacaya” debido a su simpatía con la que fue su adversaria, Hillary Clinton. Trump, quien ha sido fuerte crítico de los medios de comunicación por presuntamente hacerle la campaña en contra, lo que entiendo es cierto, negó la burla contra la discapacidad del periodista como si Meryl Streep u otros pudieran leerle su mente. Me parece sumamente importante que Streep haya utilizado su momento, pues le estaban otorgando el premio Cecil B. DeMille por su trayectoria artística para recordarles a todos la importancia de respetar a los demás y de la valoración de la libertad de prensa en esta coyuntura.
Sí es cierto que diversos periódicos con tradición republicana le dieron la espalda y pidieron un voto demócrata como el Arizon Republic y que otras publicaciones transgredieron el tradicional balance informativo para sugerirles a los votantes reconsiderar su posición, por lo que es más que evidente la antipatía por Trump. Además, la perplejidad de la prensa ante el resultado electoral también quedó evidenciada en directo la noche de los comicios. Pero un presidente tiene que aguantar críticas y no incitar a faltas de respeto o más violencia, como indicó Streep. Importante también ha sido que la actriz haya llamado la atención de la cantidad de extranjeros que han conformado la meca del cine, apuntando directamente a la diversidad. Es recordarle a Trump que el mundo no es solamente Estados Unidos y que el país precisamente fue fundado por migrantes. En ocasiones, hay que mover el palo, como dicen por ahí, para poder llamar la atención en asuntos que, aunque hay que aceptar, eso no significa pisotear.
La libertad de prensa necesita ser defendida porque hay que salvaguardar la verdad. Así lo repetimos tal como lo han hecho Tommy Lee Jones y Meryl Streep, a quienes les damos las gracias por recordale al mundo que sin libertad de expresión y de prensa no se conoce la verdad y se promueve la injusticia entre naciones.