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Columna de Julio Rivera Saniel: ¡A que no le meten mano!

Una elección más supone, como siempre, la consabida lluvia de promesas. Y, como es costumbre, algunos de los candidatos recurren a la vieja técnica de decir lo que queremos escuchar. Ya sabes: “Haré esto, resolveré aquello, regalaré lo otro”. Esas cosas que nos llenan los ojos, pero, en honor a la verdad, en ocasiones, no pasan de ser promesas irresponsables con resultados desastrosos.

Esta vez sería bueno que, por aquello de hacer las cosas de manera distinta, nos propongan soluciones reales a problemas reales. Si escarba bien, más allá del palabreo bonito y los nombres rimbombantes que los publicistas les colocan a las propuestas de los candidatos, encontrará algunas propuestas novedosas. Sin embargo, conversando con algunos médicos, descubro que sobre la mesa no parece haber soluciones reales al problema de la salud. Aún está por verse cómo las propuestas presentadas por los principales partidos lograrán frenar el déficit de cerca de $500 millones anuales que arrastra el sistema de salud del Gobierno desde su creación y que ya ha colocado sus finanzas al borde del abismo, tanto que, para muchos, la tarjetita funciona hoy gracias a la caridad de los médicos que aún la aceptan por no dejar sus pacientes en la calle. Y luego está el tema de la fuga de médicos locales a los Estados Unidos. Algunas de las propuestas que se han puesto sobre la mesa hablan de otorgar a los médicos incentivos o alivios contributivos para evitar su mudanza. Pero, para muchos médicos, esas propuestas —aunque atractivas— no atienden la médula del problema. Y el problema, señores, es —según médicos con los que he podido conversar— el poder de las compañías de salud. Y le explico lo que los médicos me han contado.

¿Ha notado que, cuando quiere buscar un especialista en su área, ya son menos las opciones? Seguro que habrá notado que antes tenía más especialistas incluidos en su cobertura, ¿no? Los que ya no están no es porque no quieran. Según los doctores con los que he conversado, los que ya no están se han ido porque las aseguradoras no les permiten permanecer contratados para ofrecer servicios. La técnica que me fue descrita por los médicos es sencilla. Utilicemos el ejemplo de los cardiólogos. La aseguradora X (por poner un ejemplo) identifica que en el pueblo Y hay siete cardiólogos que son incluidos en su cobertura. ¿Y qué hace para ahorrarse dinero y aumentar sus ganancias? Negocia con cuatro de esos siete médicos para pagarles el 70 % de lo que les corresponde a cambio ser los únicos incluidos en el plan de salud X en esa zona geográfica. La propuesta es tentadora porque, aunque no ganarán el 100 % sino el 70 % de lo que han facturado, el volumen de negocios de esos cuatro médicos será mayor porque habrá tres médicos menos en la zona de competencia. Como consecuencia, todos los pacientes que recibirán servicios de cardiología en el pueblo Y tendrán por obligación que acudir a los cuatro galenos que quedan dentro de la cobertura de su plan. La aseguradora, por su parte, ahorrará dinero de varias formas: 1. Tendrá menos médicos contratados. 2. Les pagará solo el 70 % de lo que acostumbraba a pagarles. 3. Menos personas recibirán servicios médicos porque, al reducir el número de especialistas, se alargan las listas de espera. Esto último supone un problema adicional. ¿Qué pasa si aumentan las listas de espera en el caso de especialistas que ofrecen servicios a pacientes crónicos? Más personas morirán por no recibir tratamiento adecuado a tiempo. ¡Un negocio redondo! ¿No le parece? A la receta del caos añada que, según los médicos con los que he conversado, las aseguradoras se niegan a contratar a nuevos médicos precisamente para evitar añadir más gastos a su red de contratistas. Para que usted tenga una idea, según datos a los que tuve acceso, en el año 2016 se graduaron siete cardiólogos. ¿Sabe usted cuántos fueron contratados por los planes médicos? Uno. ¿Y qué cree usted que hicieron los restantes seis recién graduados al no conseguir ser incluidos en la lista de proveedores de los planes médicos? Abandonar la isla. ¡Sin remedio! Ese, señores candidatos, es el verdadero problema: el poder irregulado de las aseguradoras, un poder que nuestra clase política ha fallado en fiscalizar. ¿Será porque esos mismos planes tienen en sus juntas a miembros activos de los partidos políticos principales? Si se quiere atender de verdad la crisis de la fuga de médicos y la deficiencia en el acceso a especialistas, por ahí es que hay que comenzar. ¡A que no le meten mano!

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