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Columna de Mariliana Torres: El lenguaje corporal como espejo

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En periodismo, observar detenidamente a los ojos de un entrevistado y sus gestos corporales revelan secretos. Si los entrevistados supieran lo que un periodista con experiencia puede leer en su mirada y lenguaje corporal, no otorgarían entrevistas. Si se fijan, muchas entrevistas de artistas internacionales, como, por ejemplo, Jennifer López, Nicole Kidman o Tom Hanks, por mencionar algunos, son de ambientes controlados y ello tiene un fin: que el entrevistado luzca bien, se sienta cómodo y no se salga de su hábitat durante la entrevista. La audiencia, en cambio, nunca deja de amarlos porque piensan que son perfectos, lo que no es cierto. Pero, cuando el ambiente es inesperado, se hacen preguntas fuertes y no ensayadas, el entrevistado se siente acorralado, se coloca en actitud defensiva, que incluye lenguaje corporal inadecuado, y, en el peor de los casos, otorga declaraciones que lo pueden llevar al fracaso. Así mismo como si fueran personajes famosos de la industria del espectáculo se preparan los políticos para los debates. El fin es que luzcan bien, otorguen respuestas que muevan las audiencias a votar por ellos y, como decimos en el argot televisivo, “que se coma la cámara”. 

A lo largo de la historia son pocos los políticos que demuestran dominio escénico como herramienta de persuasión de audiencias. Si quieren estudiar más a fondo este tema, pueden observar el debate histórico de John F. Kennedy y Richard Nixon en 1960. Como primer debate político televisivo es utilizado como referencia de cómo la imagen televisiva, el mensaje y el lenguaje corporal inadecuado pueden derrotar a un político al instante. Aquí en Puerto Rico un ejemplo de mensaje y mensajero adecuado podría ser el exgobernador de Puerto Rico Luis Muñoz Marín y expresidente de la Cámara de Representantes Ernesto Ramos Antonini.  Conocemos como el político independentista Rubén Berríos puede manejar eficazmente cualquier tema sin el uso de tarjetas de apoyo ni memorización de libretos. Igualmente, en el  Partido Popular Democrático, Aníbal Acevedo Vilá tiene el don de palabra y dominio de temas. En el Partido Nuevo Progresista, menciono a Jenniffer González, porque es responsiva y procura ser articulada. Todos los mencionados tienen un lenguaje corporal controlado, que se traduce en mensaje aceptado en sus respectivas audiencias. En términos periodísticos, pues los periodistas agradecen cuando contestan lo preguntado y no evaden ni mienten. Pero qué difícil es cuando el entrevistado no es responsivo, dice disparates y hay que corregirlo, no tiene contenido y alude al simplismo. Para colmo de males, si es en televisión, no les mira a los ojos, pasa una mosca y desvía la mirada, baja la mirada, suda copiosamente, aprieta las manos y las mueve continuadamente, le quita el micrófono al reportero y hay que detener la entrevista, le tiemblan los labios, su pupila se dilata y tiene el atrevimiento de llamar al periodista para decirle que le adelante las preguntas. Un dato a todos ellos: cuando un periodista hace una pregunta, ya sabe la contestación.

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Me imagino qué está pensando de los pasados debates. Con los datos que le acabo de dar, puede analizar y llegar a sus propias conclusiones y, además, le ayudan a examinar los futuros encuentros que seguramente serán interesantes pero carentes de contenido.

Cuando observe a una persona que se esmera por tratar de convencerlo con su discurso, tome en consideración que el lenguaje corporal es como el espejo de las emociones. Los gestos de la cara denotan desconfianza o inseguridad. La postura inadecuada puede dar a entender inseguridad, miedo o, por el contrario, arrogancia. Si la persona no mira a los ojos, seguramente está pasando por un momento de nerviosismo o timidez. Cuidado con sonreír excesivamente, pues se nota la falsedad y se traduce en sumisión. Si se fijan, Donald Trump apenas sonríe porque quiere transmitir poder y le ha funcionado. Si la persona sonríe nerviosamente, el oponente se aprovecha para rematar sin compasión. Está aceptado utilizar las manos para apoyar el mensaje verbal. Sin embargo, el gesto debe ser controlado, pues ser excesivo ocasiona que la audiencia esté más pendiente del movimiento que del mensaje. Para que una comunicación sea eficaz y trascienda, debe haber una conexión perfecta entre comunicación verbal, lenguaje corporal y carisma. Ello se aprende, y, para que los políticos puedan moderar eficazmente, deben contratar a personas que realmente sean expertos. Solo así podrán corregir el mensajero y el mensaje.
 

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