En enero 1 del 2016 Puerto Rico arrancó el año con su primer caso del virus del Zika. Desde entonces han transcurrido casi seis meses con 925 casos confirmados que incluyen 128 mujeres embarazadas, 6 casos del síndrome Guillain-Barré (GBS), un caso de malformación congénita y una muerte, todas a causa del virus del Zika. En el peor de los casos tenemos 5,000 personas infectadas ya que 4 de 5 personas no muestran síntomas cuando se infectan con el virus. Esta data dista muchísimo de los estimados del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés) donde ponen al 25% de la población de la isla, 875,000 personas, contagiándose con el virus para el fin del año.
No es poca cosa lo que no has tocado como país. Se está dando la batalla por combatir el Zika mientras vivimos nuestra peor crisis económica y política en nuestra historia. Gracias a los esfuerzos de las agencias gubernamentales y los alcaldes se han recogido neumáticos y se ha asperjado los alrededores para intentar minimizar la propagación el mosquito Aedes aegypti, vector que puede cargar los arbovíruses del Dengue, Zika, Chikungunya y Fiebre Amarilla. La clase médica profesional también merece su reconocimiento. Gran parte de ellos han visto sus ingresos reducidos por la debacle económica y administrativa del sistema de salud de la isla y continúan ofreciendo sus servicios. La sociedad civil también ha contribuido en esta batalla siguiendo las recomendaciones del departamento de salud cuando utilizan repelentes, ropa larga y recogido de envases para evitar la propagación del mosquito.
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La sociedad Puerto Rico le ha demostrado al mundo que, unidos y con un plan efectivo, a pesar de nuestra crisis, se puede combatir efectivamente epidemias emergentes, quebrando los estimados de expertos de instituciones prestigiosas como la CDC, Harvard University, Massachusetts Institute of Technology entre otras. No obstante, queda mucho por hacer.
La estrategia de la súplica por parte del Gobierno de Puerto Rico ante el gobierno de Estados Unidos no ha sido la más efectiva. Por un lado, el congreso amenaza contra la voluntad del pueblo con la intención de imponer una Junta de Control Fiscal que, de ser aprobada, controlaría el destino del país. Es decir, ellos decidirán si pagar la deuda a los bonistas va por encima de proveer servicios a una madre embarazada infectada con Zika. Por el otro lado, el gobierno local recurrió a la CDC que, además de proveer estimados cuestionables, se fueron de media-tour pidiendo ayuda para combatir el Zika. Nuestros economistas han estimado que se han perdido cerca de $30 millones en el área de turismo en cancelaciones de eventos y hoteles por miedo al Zika. Es cierto que el congreso está a punto de aprobar $125 millones en fondos para Puerto Rico para combatir el Zika y sus primos virales, todo esto es para proteger sus intereses. La CDC no se ha preparado para combatir las infecciones arbovirales y necesita minimizar el impacto en la isla para tratar de retrasar la llegada de los víruses en Estados Unidos continentales, donde ya ronda por el estado de la Florida.
Puerto Rico necesita enfrentar sus problemas de pie, con honestidad intelectual y dignidad. No nos podemos amilanar ni caer en la actuación emocional para rogar ayuda. Tampoco debemos enfocarnos en una sola estrategia para resolver nuestros problemas. ¿Acaso no hay instituciones internacionales donde podamos cooperar batallando con el Zika? ¿Hemos destinado todos nuestros recursos y esfuerzos a combatir nuestra crisis? ¿La sociedad civil es capaz de moverse unida ante otros desafíos? La respuesta a esas tres preguntas es sí. Nuestra situación económica, política y salubre va a empeorar. Los casos del Zika en Puerto Rico aumentarán y ya por el continente africano se está incubando la próxima plaga: Fiebre Amarilla. Es menester que nos preparemos para otra posible epidemia. La clase política debe aprender de del pueblo en estos pasados 6 meses. Ho ha sido con súplica como se ha combatido el Zika sino con un plan en concierto que incluye todas las esferas de la sociedad. Si los políticos logran generar un plan para superar nuestra crisis económica y política, unidos derrumbaremos la epidemia más extensa de nuestra historia: el status político.