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Columna de Mariliana Torres: El periodismo no usa prada

El periodismo dedicado exclusivamente a reseñar la moda mundial no es superficial, y tampoco es descabellado pensar que no tiene su importancia. Nada más revisar los lugares en la Internet dedicados a ese tema, uno se da cuenta de que son muchos los periodistas serios que se dedican a ese menester y que tienen millones de seguidores. Ese flujo de personas interesadas en la moda ha ocasionado que periódicos conservadores, con credibilidad mundial y dedicados a contenidos fuertes, ofrezcan al menos un espacio o segmento al tema de la moda para tratar de capturar a ese público de lectores. De una vez y por todas debemos darnos cuenta de que en algún momento de nuestra vida hemos consumido ese tipo de periodismo, así como buscamos otra información. Es un ejemplo más de cómo los contenidos se diversifican y buscan la pluralidad de las masas.

La importancia del periodismo de moda reside en la cobertura reflexiva. Es decir, con profundo conocimiento de los hechos y basada en la discusión de ideas y de la moda como parte de la historia del arte. De ninguna manera reside en la crítica abusiva, despiada e irresponsable. No puede hacer una buena cobertura de moda quien desconoce su nacimiento y desarrollo. Además, quien no tiene conocimiento de la imagen, el arte y las tendencias de los grupos sociales basados en culturas y tradiciones carece de elementos descriptivos para valorizar un diseño. Así de complicado o esmerado es esa especialización. Me di cuenta de cuán importante era ese tema cuando una estudiante me expresó su deseo de continuar estudios posgraduados en Periodismo de Moda en Europa. Lo tomé en serio. Rebusqué y rebusqué y encontré las universidades que han querido acogerlo. Además, las revistas de moda, como Vogue, permite que los estudiantes especializados en Periodismo de Moda realicen su práctica en sus cuarteles generales. Entonces, después de todo, la película Devil Wears Prada no es tan descabellada. Pero aclaro que no se tiene que ser delgada o delgado o de rostro perfecto para ser periodista de moda. Mucho menos se acoge la especialización para ir a fiestas u obtener carteras y trajes a cambio de la cobertura. El que acepta regalos no es periodista, es mercader.

Acá en el Caribe todavía no acogemos esa especialidad como parte del currículo, pero no debemos negarnos. Si lo acogemos, evitamos que personas sin estudios escriban o critiquen sin conocimiento. No se trata de marcas, sino de buscar el significado de la tendencia presentada en la memoria colectiva de los pueblos.

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La moda no puede evolucionar si los periodistas especializados no documentan su historia. Tan importantes son sus escritos que muchas casas de moda internacionales esperan por estos para marcar su ruta de promoción y propaganda. Está más que claro que no todos los periodistas han nacido para esta especialización, pero no se puede negar que resulta divertido dedicarse a ello.

También se manejan muchas referencias de la propia industria, se aprende sobre mercadeo y de la cultura en general, pues ello enriquece el análisis escrito. Fíjese, las marcas internacionales necesitan del periodista para que divulgue cómo se percibe lo que está haciendo. Necesita la reseña seria que valorice su trabajo y mucho más cuando es un periodista que ha cultivado la credibilidad en la industria y tiene excelentes fuentes de información. Si el periodismo de moda no existiera, no habría revistas especializadas en ese arte que les dan trabajo a millones de personas. Para otorgar mayor importancia, las revistas de moda están acogiendo la cobertura informativa de las llamadas hard news. Así el público flotante también puede diversificar. Mientras lees una cobertura de moda, de repente sale el enlace de la noticia de contenido fuerte  al cual se accede y luego le permite continuar con el contenido especializado en moda. Lo importante es saber escoger a quiénes leer y seguir. Igualmente ocurre con los fashion-blogs, pues no todos saben escribir y comunicar. Como ven, la moda se puede enfocar desde muchos ángulos, desde la estética hasta las influencias culturales y económicas. Lo importante es que el contenido tenga pertinencia y significación.
 

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