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Opinión: “Estos pastores y pastoras son pinochos y pinochas"

Confieso que estoy asustaíto. Si las autoridades civiles en Puerto Rico no ponen un alto razonable a la disputa filosófica sobre la perspectiva de género, podríamos entrar en una especie de guerra civil. Los ánimos están caldeados, y, como decíamos en mi barrio en Carolina, “¡la cosa está pelúa!”. No quisiera presenciar un enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre hermanos borinqueños.

Este conflicto no es religioso, es ideológico. Por más que quieran decir que la perspectiva de género que propone la plataforma de este gobierno no es ideología, como los conceptos aún no se han definido —quizá porque a algún grupo minoritario no le conviene—, su contenido está muy viciado por los axiomas que sí promueve la ideología de género desde que se propuso oficialmente en la IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer en Pekín, para el año 1995. Cabe recordar que la definición filosófica, no dogmática, de ideología es que es “un pensamiento cerrado en sí mismo” y no científico. Ningún pensamiento cerrado en sí mismo debe gobernar una democracia. ¡Ninguno!

Lo que más me espanta de este conflicto es la incapacidad para dialogar que han tenido algunos líderes del país. Sigo preguntándome: “¿Por qué, ante la oposición ideológica, se responde con insultos?”. El destacado relacionista público Julio V. Núñez, a quien admiro, dijo por Twitter en estos días: “Estos pastores y pastoras son Pinochos y Pinochas… No les da calor en la cara… Y no hablemos del cura farandulero…”. Esto, me parece, es un síntoma de lo intelectualmente obtusos que podemos ser ante la incapacidad moral de identificar los valores universales que puedan gobernarnos. Hasta el momento no he leído expresiones de un “religioso” en estos términos. Cuando los argumentos acaban, los insultos hacen fiesta. Creo que debemos cambiar de actitud. ¡Por favor!

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¡Hago un llamado a la cordura y a la razón! Escuchemos a todos y quedémosno con lo bueno. ¿Quién en este país está en contra de promover una política pública en favor de la igualdad entre los seres humanos y en contra de la violencia doméstica? ¡Nadie! Pero, para lograrlo, la perspectiva de género no es el camino correcto, sino el de los valores humanos que nos enseñan que el amor y el respeto son la máxima ley de la convivencia humana.

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