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Opinión: ¡Cómo extraño a Woolworth!

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Acabo de tener un viaje mental totalmente retro tan y tan bueno que hubiera deseado que no me diera sola para reírme más duro y en grupo.

Como muchas cosas en mi vida, el trip comenzó por la comida. Después de haber almorzado en un lugar fatal, paré a cubrir mi inconformidad de manera rápida en un centro comercial  y me fui por lo fácil, por lo “seguro”, por la pizza. La pizza no estaba gloriosa, al menos no hoy. Y, créanme, nadie en mi vida me ha escuchado decir “qué pizza mala”, nadie. Soy de las que piensa como Woody Allen: “La pizza es como el sexo: cuando es buena, es superbuena. Y, cuando es mala, aún es bastante buena”.

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Y comiéndome la pizza comenzó mi viaje. ¡Cuánto daría porque regresara Woolworth! ¿Recuerdan esta tienda por departamentos, salvadora de bolsillos y de apetitos de todas clases?  Yo recuerdo gente que iba a Woolworth a que Chucho Avellanet le firmara los discos; perdón, los LP. ¡Yo iba a Woolworth a comer pizza! ¡Pizza con Icee! ¿Qué, quééé?

Soy una pizza connoisseur y puedo bregar con pizzas genéricas de cajitas de supermercados tanto como con las pizzas más caras y más sofisticadas. Pero las pizzas de Woolworth estaban a otro nivel.

Hubiera dado hoy cualquier cosa porque Woolworth estuviera abierto y cerca. Hubiera ido al de la Gautier Benítez en Caguas, al de Plaza Las Américas o al de la Ponce de León. No habría salido nunca con bolsas jumbo, pero, créanme, que con un Woolworth, por pizza y Icee sería capaz de tirarme una venta del madrugador, tipo black friday, y no tendría miedo de ser una de las ridículas que rueda por el piso cuando abren la puerta. Ni siquiera me daría vergüenza que el video saliera en CNN.

Cuando desperté del sueño, despierto de la pizza, no podía parar de reírme porque eran esos tiempos “viejos” de uno, que mirándolos hoy son tan divertidos. Quizás no lo eran tanto en el momento, pero ahora admito que me he tenido que salir del cuarto para no despertar a mi esposo, porque la pavera era incontenible.

Entre la pizza de Woolworth se me coló aquella cola Like, que lanzó a la fama a Alexandra Malagón como “la trigueña de 7Up”, aquella sexy del pelo rizo, cuyo póster colgaba de todas las barras, aunque Like no mezclaba con nada.

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Y si usted es de más o menos esa época, sin duda se espetó un Súper sábados con la Salserita. Y ahora que por misterios de la vida Deddie Romero es mi amiga, es que no puedo superar la pavera en la que estoy entrando. Regálame un fin de semana con eso y con La pensión de doña Tere, y no me sacan del sofá.

O un día de semana con un maratón de Different Strokes —con Arnold y Willis— en el canal 2, o de Party Time en el 4, que pa ser party nunca entendí por qué era día de semana y a las 4 de la tarde, pero no me lo perdía. Ha habido mil repeticiones de El Chavo del Ocho, por lo que no lo he llegado a extrañar, pero cuánto daría por sentarme a ver Gente joven de Menudo, con esos varones que tan sexy nos parecían a todas y que ahora, mirando en retrospectiva, no me explico cómo me gustaba un niño con los pantalones más apretados que yo.

A veces me pregunto qué es de la vida de Maggie, sip, la de Encantados con Maggie, que salía en el Show de las 12. “Llegó la grúa, la grúa, la grúa y se la llevó”… Oh, Dios.

De las novelas ni hablo porque no me sé ningún título de las de ahora —los títulos cada vez son más espantosos— y yo soy de la época de Cristina Bazán y de Laura Guzmán… culpable. Cómo extraño a Tanairí y cuánto amé a Coralito —aunque no a Salvador Pineda, que de galán jamás le vi nada—.

La verdad es que los gustos evolucionan con el tiempo porque las babeadas que nos dábamos con Guillermo Dávila no serían hoy muy justificables, ni por su apariencia, ni por su voz, pero aún así fui a un concierto suyo el otro día. Recordar es vivir…, y me parece dulce que 30 años después aún cante “me pongo a pintarte y no lo concibo”… (Figure it out, mijo).

Fueron tiempos buenos. Jamás diré que todo tiempo pasado fue mejor, porque no quiero ser clichosa. Pero ojalá venga alguien y me cumpla el deseo. Y me ponga un Woolworth en alguna esquina.
 

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