En estos tiempos, la tecnología se está desarrollando más rápido de lo que podemos parpadear. Las primeras computadoras hacían lo que sugiere su nombre: computar; que se utilizaban para hacer aritmética y operaciones lógicas (o sea bregaban con números). Ahora, las computadoras no solo tienen calculadora, sino que también puede hacer un sinfín de actividades como crear documentos, modificar fotos, nos permite hacer shopping y mantenernos al tanto de todo lo que pasa con la familia, amistades y frenemies (aquellos que se hacen pasar por amigos pero son todo lo contrario, es complicado).
Las primeras computadoras llenaban un cuarto, por ejemplo el primer modelo ENIAC introducido en 1946. En 1971, la compañía Kenbak-1 mercadeó la primera computadora personal por $750 con una memoria 256 bytes y sólo vendieron 40. En 1976, Steve Wosniak y Steve Jobs construyeron la primera computadora Apple, con un costo de $666.66 (no eran supersticiosos). Solo vendieron 25 computadoras en 10 meses (mientras que hoy son reliquias invaluables). Wosniak y Jobs no se rindieron y crearon la computadora Apple II que fue introducida en 1977 y fue un éxito. La serie de computadoras Apple II fue muy exitosa en los 80’s y 90’s.
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Luego, otras compañías entraron al mercado, creando un ambiente competitivo en el que sus creaciones eran cada día más innovadores; el celular siendo uno de los productos con la mayor transformación (en mi opinión, pues fueron de solo poder marcar números telefónicos y hoy son teléfono/computadora/cámara/mi mundo entero en el bolsillo). Actualmente, cada par de meses sale un una laptop, tablet o teléfono celular con la última tecnología; por lo que se han convertidos en artículos de moda. Y como artículos de moda, las masas quieren el último modelo literalmente el mismo día que sale. Si no me creen, ¿no han visto las filas en las tiendas días antes para el telefonito de las manzanitas?
Este afán por juguetes nuevos crea un problema de contaminación ambiental serio, produciendo cerca de 50 millones de toneladas de basura al año a nivel mundial. Muchos compran un equipo nuevo y guardan el “viejo” por si el nuevo se daña. Cuando chequeas el equipo viejo (porque los nuevos cada vez parecen durar menos), ya no sirve y terminan en el zafacón. Para aquellos fiebrús de la tecnología, les exhorto a que no guarden sus equipos viejos para luego botarlos a la basura. Si todavía funcionan, bórrale la memoria y dónenlo a un familiar, vecino o estudiante universitario de bajos recursos. Ellos le podrán sacar par de años más de uso. Si no funciona, puede llevarlo a un centro de reciclaje de su municipio.