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Opinión: Mi lavadora chupa medias

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La tecnología ha tenido desarrollos insospechados. Cada nuevo invento, sobre todo en estos días, supera al otro y te deja a veces con la quijada en el piso. Los teléfonos, los electrónicos, los enseres del hogar, todo. Siempre uno tiene que convencerse de que por más maravilloso que sea, ya está en el horno la otra versión que hará que pienses para qué gastaste tanto hace seis meses.

Entonces, si estamos tan avanzados y somos los reyes de la invención, yo me pregunto: ¿Por qué coño mi lavadora todavía chupa medias? No solo las chupa, ¡las desaparece! Ya ustedes me conocen y saben que me hago unas novelas impresionantes con la realidad. Pero después me entero por sus comentarios en las redes que ustedes están más locos que yo.

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Admítanlo. Desde que son chiquitos viven con este misterio sin resolver.

Cuando único no me pasaba esto era cuando lavaba ropa en casa de mi abuela Geña, divina, divertida, amorosa y laboriosa como buena mujer de campo. Abnegada como yo no podría ser nunca, pero esos son otros veinte pesos. La cosa es que abuela, aún en tiempos de lavadoras modernas, nunca dejó su lavadora de rolo. Me mataba la técnica: agua, detergente, ciclo, rolo, sacudida y tendedero.

Yo era chiquita y era la voluntaria perfecta para el lavado.  Gastaba todo el detergente, en polvo, of course, que esas cosas líquidas “no sirven pa na”, decía ella en medio de una risotada impresionante, lo que de paso me hace ahora pensar que al menos en eso salí a ella. (Me río alto, duro, con ganas…  ¡Gracias, abuela!).

Las manchas en la ropa eran un reto porque los quitamanchas que yo sepa, al menos allí, nunca llegaron. Así que mi bella abuela tenía una tablita con jabón azul. Estrega, arriba, abajo, estrega, “duro nena que ya desayunaste”. Todo bien, excepto por el pequeño detalle de que abuelo Manolo era agricultor. Se imaginarán las manchaaaaas y lo que había que estregar cuellos y puños después de abuelo haber sembrado plátanos y guineos todo un día bajo el sol inclemente. El jaboncito ese azul te dejaba las manos como si hubieras estado arando bueyes con abuelo. ¿Qué, quééé?

Y quizás la lavadora de rolo no le dio la perfecta lavada. Es más, aquí pensando no creo que el ciclo incluyera enjuagador. Diantre, entre eso y el secado a sol no estoy tan clara de si me pinchaba la ropa al ponérmela después. Eso sí. De algo estoy bien segura. Abuelo y yo siempre tuvimos medias. La máquina de rolo nunca las desapareció.

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Yo no me imagino a abuela manejando una lavadora de tantísimos botones o eligiendo entre ciclos fríos, tibios o semicalientes. Mucho menos me la imagino descifrando el ciclo sin arrugas de la secadora. Ella, abnegada al fin, las arrugas las eliminaba con lo que conocía: la plancha. Y yo, abu, te amé en vida y te amo aún más desde que estás en la eternidad, pero esa lección de la plancha no la quise aprender. Puedo vivir sin hacerlo. Te lo comentaba creciendo y te volvías a reír como una loca.  Alto y duro…,  como yo.

Así que ustedes, amigos lectores, díganme qué se puede hacer. Porque yo dejé de usar medias para no tener que encontrarlas. Me cansé de abrir la puerta de la lavadora y sentirme que entregaba mis medias al twilight zone. Es que por mi madre que solo puedo equiparar una lavadora al triángulo de las Bermudas. Y me pregunto aún más: ¿Será un fetiche de las lavadoras? Porque nunca se me ha desaparecido un panty o unos calzoncillos, por ejemplo. Siempre son medias. Mi pobre esposo ya se ríe. Un día lo puso en Facebook, que quién le diera una esposa que “casara” las medias del pumita con las del pumita y no las del pumita con el símbolo de Nike.

Yo entiendo su frustración, pero no es mi culpa. Me he sentado a analizarlo. Lo he buscado hasta en Google. Y parece un problema bastante común, de esos universales, pero no hay una explicación.

Hago lo que puedo. Y cuando no es posible “casar” pumitas con pumitas, pues voy a la tienda del bendito puma y compro más. Es eso o halar por el rosario cada vez que lavo o seco una tanda de ropa. Ya hago suficientes ridiculeces como para también tirarme esa.

¿Lavadora de rolo solo para salvar las medias? No way, Geña.  Pero gracias por las lecciones, vieja…, y por la risa, sobre todo por la risa. Te extraño.

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