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Vivir en el trópico

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Vivir en el trópico es una chulería y un privilegio…, y también un mito.

Descubres que es así cuando viajas y todo el mundo abre los ojos brillantes como bombillos cuando respondes el “¿de dónde eres?” con “de Puerto Rico”.  Personalmente, lo digo con muchas eeees, porque el amor que le tengo a esta islita es tan grande que me lleno la boca y el corazón contestando de dónde soy. En ese momento mis ojos brillan como los de mi interlocutor.

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Pero con las siguientes líneas de la conversación, las inmediatas de hecho, uno se da cuenta de que la gente tiene una película en su cabeza con esto de vivir en el trópico, una que no guarda mucha relación con la experiencia real. Tienen preconcebido lo que ven en las películas y en los anuncios de ron, y no los culpo. 

Al hablar de extranjeros siempre tengo que traer a mi esposo en estas columnas. No solo porque es extranjero, sino porque es una de las personas más ocurrentes y directas que he conocido en mi vida. Hablar con él se siente como estar en un reality show constante, porque es un toma y dame de comentarios perfectos que no puedo igualar, aunque lo intente. Y él ni siquiera trata.

Del mismo modo que les conté hace unas semanas que, cuando me conoció en Argentina y le dije tres palabras, me preguntó si nos habían conquistado los chinos luego de escucharme cambiar la r por la l, su segunda pregunta fue casi tan interesante como la primera: “¿De Puerto Rico? ¿Y por qué no estás bronceada?”. Mi respuesta: “Porque yo trabajo”.

Y ahí me miró como si se rayara el disco de la felicidad. En un intento por rescatarlo de la decepción, le expliqué que el trópico es un mito, que no se creyera mucho el cuento de las películas y que a mis 28 años (¡de entonces!) nunca había visto personalmente ninguna escena de un grupo de boricuas en la playa, de madrugada, bailando con cuerpos sudorosos alrededor de una fogata. Es más, creo que Recursos Naturales lo prohíbe.

Y el disco de la felicidad se volvió a rayar. Yo tenía miedo de que su tercera pregunta fuera “¿por qué no hueles a coco?”, en cuyo caso ya tenía una respuesta relacionada con los cocos casi tan directa como él. Pero le advertí de seguido que ser caribeña no significaba que me bañaba con Banana Boat. Creo que entendió, pero terminó mudándose conmigo a Puerto Rico año y medio más tarde, así que algo de mi cuento no debe haberle sonado tan convincente.

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La proximidad a la playa que tiene casi cualquier puertorriqueño fue una de sus primeras alegrías cuando llegó a la isla. Y ahora hay que llamar a la grúa para que vaya. Pero hubo más sorpresas relacionadas con su nuevo zip code. Y fue dramático cuando un día me preguntó qué era un “chubasco”.  “¿Qué onda? ¡Llueve todos los días! La del tiempo siempre dice que se viene la vaguada y que habrá constantes chubascos. ¿Qué es un chubasco?”. Y ahí por poco me tienen que levantar con pala. El pobre descubrió a la mala el mito del trópico.

Vivir en el trópico es una ricura. Pero es una ricura caliente, húmeda y lluviosa. Yo a veces veo a los turistas caminando sin paraguas y enchumbaos por las calles y mirándose entre sí con una cara de frustración… Las vacaciones de ensueño a Puerto Rico se les mojaron, a veces, todos los días por una semana. Pasajes, ¡check!  Auto, ¡check! Bikini, ¡check! Suntan lotion, ¡check! Definición de trópico en el diccionario, ¡forgotten!  ¿Qué, quééé?

Me ha pasado también a mí. Tengo un chiste entre amigos de que nunca deben reservar vacaciones conmigo en Puerto Rico. Días que reservo, días en que no hay lluvia esporádica. Siempre me toca de a galón. Entras al canal del tiempo y ves las nubes con los rayos bien dibujaditos. La suerte está echada. ¡Bendito sea el trópico…!

Y si eres mujer, ay, ay, ay, el pelo es una pesadilla. Gastas una fortuna en blower, plancha y keratina. ¿O por qué ustedes creen que somos la isla del dubi?  Esos metales son una cosa maravillosa, casi varitas mágicas del folículo a la punta. Solo Dios sabe qué milagro guardan los aluminios esos. Hasta ahí llegué yo con el trópico. Prefiero que me salga la raza.

Nope, no es fácil vivir en el trópico… #peroquémuchosegoza.

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