En su mayoría, el hombre tiene la capacidad de plantar una semilla en un surco, pero no todos tienen la madurez de ser un labrador de ejemplos. El traer un hijo al mundo no es sólo engendrar la semilla, pero saber cultivar el fruto de lo que traemos al mundo, hace que el fruto sea de provecho.
Tenemos que ser vigilantes de nuestras propias acciones y saber encaminarnos hacia el buen ejemplo, pues no sólo a través del verbo ponemos en marcha las acciones que deseamos, es a través de las acciones mismas que podremos enseñar aquello que deseamos que se repita.
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En estos tiempos en que vivimos donde los valores y el respeto se han ido perdiendo, donde consideramos que nosotros somos primero y el prójimo viene después. Nos tenemos que preguntar si acaso no aportamos con nuestro ejemplo a ese mismo tipo de comportamiento, sin darnos cuenta lo vigilante que están los hijos, especialmente cuando:
- Nos quedamos con el cambio que nos dan en exceso
- Cuando se le olvidó al cajero cobrarnos por un artículo
- Cuando nos vanagloriamos de haberle tomado el pelo a otro
- Cuando no alimentamos el espíritu. Etc., etc.,
Nuestro entorno es lo que hacemos de él. El universo nos paga proporcionalmente como nos damos a nosotros mismos, y al igual que la tierra, depende de lo que sembremos y como vamos cultivando la cosecha, así será lo que iremos cultivando en la vida.
Fomentemos el diálogo, como abono de lo que deseamos cultivar, pero aprende a escucharlos, especialmente cuando te hablan entrelíneas. Recuerda que a ti te sobran los años que a ellos les faltan para alcanzarte. La sabiduría que has alcanzado durante estos años, ponla a su disposición, pero no la impongas.
Cuando obramos con autoridad lo debemos hacer sin querer absorber su personalidad, permitiéndole que ejerzan su derecho de expresión, pero enseñándole el respeto que deben tener con sus expresiones. Enséñale a caminar y tomar riesgos en la vida, y cuando se caigan, déjale saber que estás ahí para levantarlos nuevamente. Al fin de cuentas, serán ellos los que estarán ahí algún día para ayudarte cuando te caigas.
El mejor abono para el desarrollo de un hijo es el amor que uno exprese y demuestre día a día en el hogar, con la pareja, el prójimo y sobre todo, con uno mismo. Recuerda que no podemos dar lo que no tenemos para uno mismo.
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No te conviertas en sembrador de sueños, conviértete en labrador de ejemplo, reconociendo que están vigilantes de todo paso que tomas y que tus palabras están respaldadas por las acciones que tomas en la vida. ¡Feliz día de padres!
Para más información: www.linealoveshow.com