El estado de ánimo de muchos argentinos pasó de la vergüenza al orgullo en apenas una semana. Y, en ambos casos, se trató de la versión más extrema del sentimiento.
El sábado pasado solo se hablaba del "papelón mundial" por lo sucedido en un partido de fútbol catalogado como la "final del mundo"; ese que definía al campeón de la Libertadores entre River Plate y Boca Juniors.
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Exactamente una semana después, el sentimiento que se ve en la prensa y en las redes sociales tras la cumbre del G20 es exactamente el contrario: "un sueño cumplido", "un verdadero éxito", "mostramos lo mejor".
Las repercusiones y magnitudes de ambos eventos son, por supuesto, diferentes. Y es difícil saber si los argentinos le dan la misma relevancia al G20 que al fútbol, la cual es mucha.
De igual forma, en ambos casos muchos acá se sintieron el centro del mundo. Y en solo una semana se pudo ver que si Argentina fuera un paciente y hubiera que diagnosticarla con algo, el trastorno sería bipolaridad.
Del bochorno
Quien mejor evidenció esta duplicidad emocional fue Mauricio Macri, no solo porque al ser presidente concentra todas las miradas, sino porque en ambos casos se mostró más apasionado que nunca.
En el caso del partido, el presidente hizo una corta pero punzante intervención cual regaño de profesor a estudiantes de primaria.
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"Tener que militarizar la ciudad por un partido de fútbol es una locura, no es lo razonable", aseguró, resignado sobre lo que calificó como un "bochorno".
"No entiendo, no entiendo, en nombre de todos los argentinos, ¡no en-tien-do!", señaló, en referencia a la actuación de la justicia al liberar a los presuntos hinchas de River que atacaron a los jugadores de Boca.
Desde entonces, no se ha dejado de hablar del partido, que tras mucha especulación al parecer se va a jugar en Madrid el 9 de diciembre pese al rechazo de River del traslado de la sede.
Al orgullo
Una de semana después de unos incidentes que aún están lejos de ser esclarecidos el presidente no parece sentirse avergonzado.
El sábado se vio al Macri más emotivo que jamás haya registro una cámara:
después del espectáculo que se organizó en el fastuoso Teatro Colón el mandatario lloró, al son de cánticos de "¡Ar-gen-tina, Ar-gen-tina!", mientras se golpeaba el corazón en signo de agradecimiento.
Macri compartió el video de su llanto con la frase: "ORGULLOSO DE LA ARGENTINA Y DE LOS ARGENTINOS".
Luego, el sábado, explicó: "a mí me quebró ver el orgullo de los artistas que empezaron a gritar ’Argentina, Argentina’, y yo venía golpeado porque veía lo shockeada que estaba Angela (Merkel) al lado mío".
"Todos estaban todos maravillados de lo que le estábamos mostrando. No solo las maravillosas imágenes de los lugares, sino la diversidad cultural que había. Es todo nuestro y eso es lo que nos movilizó a todos", dijo sobre un espectáculo que, como la cumbre entera, buscaba ilustrar la diversidad de Argentina más allá de Buenos Aires.
Mejor de lo esperado
Macri logró que la cumbre saliera mejor de lo esperado: ni hubo violencia durante las protestas del viernes ni se cumplió el vaticinio de que, como ocurrió en la cumbre del G7, los mandatarios firmarían un comunicado conjunto.
El "communiqué" de Buenos Aires en teoría exige a todos los miembros del G20 a luchar contra el cambio climático o la discriminación de género, entre otras cosas.
Y aunque fue el primer comunicado que no pidió luchar en contra del proteccionismo, solo el hecho de haberlo logrado fue considerado un éxito.
Por eso, pero también por el tono cordial que pareció verse entre los mandatarios durante una cumbre sofisticadamente diseñada en dos hermosos días de primavera, la prensa local graduó al evento como una victoria para el mandatario.
Para un presidente que apostó fuerte al apoyo internacional para llevar a cabo su proyecto liberal, esta cumbre era importante.
Su idea de "volver al mundo" es su mayor debilidad y su mayor fortaleza, en el sentido de que si hay un shock internacional los mercados pueden cortar el financiamiento, pero al tiempo si no hubiera sido por el apoyo del Fondo Monetario Internacional la economía habría colapsado este año.
Si Macri busca la reelección en octubre de 2019, su mayor obstáculo son los imprevistos: que haya shocks internacionales que devalúen al frágil peso, o que haya "bochornos" que evidencien la división y violencia que hay entre muchos argentinos.
Pero un país acostumbrado a los altibajos es difícil pensar que todo, como el G20, saldrá como se esperaba.
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