Una noticia ajena a la política logró intrigar a Brasil durante la campaña electoral que polarizó al país el mes pasado. Estaba relacionada con un narco famoso. Y con su hija.
El narco es Antônio Bonfim Lopes, mejor conocido como Nem. Lideró el tráfico de drogas en la mayor favela de Río de Janeiro, Rocinha, que con unos 100.000 habitantes es una de las más populosas de América Latina
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Nem, hoy con 42 años, fue detenido por la policía en noviembre de 2011, cuando intentaba huir de Rocinha escondido en el maletero de un Toyota Corolla negro. Era el hombre más buscado de Brasil.
Desde entonces ha estado preso en cárceles de alta seguridad. Pero su nombre sigue apareciendo misteriosamente en la crónica policial brasileña.
Su hija es Eduarda dos Santos Lopes, conocida como Duda. Tiene apenas 19 años. Y en octubre la policía la acusó de buscar el apoyo del principal grupo criminal de Brasil para retomar el control de Rocinha, en nombre de su padre.
Un video conseguido por los investigadores y publicado en varios medios muestra a Duda junto a su novio en São Paulo, rodeada de hombres que discutían sobre enviar "armas y balas" a Río.
La noticia asombró incluso a expertos como Misha Glenny, un periodista británico experto en crimen organizado y autor de un libro sobre Nem titulado "Nemesis. Un hombre y la batalla por Río".
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"Quedé bastante impactado", dice Glenny a BBC Mundo.
Pero para comprender el por qué de esa sorpresa, es necesario conocer mejor la historia de Nem.
El decálogo de Nem
Por levantarse entre algunos de los barrios más ricos de Río, en la turística zona sur de la ciudad, Rocinha ha sido un lugar estratégico para el tráfico de drogas.
Como dono do morro o líder de la favela, Nem impuso allí su ley entre 2005 y su arresto. Las autoridades dijeron entonces que su organización de hasta 200 hombres armados facturaba más de US$5 millones al mes con la venta de cocaína y otras drogas.
Nem tenía una casa de tres pisos en lo más alto de la favela, con gimnasio, piscina, bar, guardarropas con trajes Armani y terraza con vista privilegiada al mar —y a buena parte de Rocinha, claro.
Flaco, alto, de boca grande, ojos y rizos oscuros, también solía ir a grandes bailes funk de la favela junto a su joven esposa Danúbia Rangel, a quien una vez paseó sobre Río en helicóptero alquilado.
Aquellas fiestas convocaban incluso a famosos. Y Nem asistía al camarote VIP con gruesas cadenas de oro, rodeado de guardaespaldas y con su pequeño mono capuchino Chico-Bala al hombro. Glenny relata que un día la mascota fue secuestrada por policías, que pidieron US$75.000 para liberarlo.
El autor, que sumó 28 horas de entrevistas con Nem en la cárcel para el libro publicado en 2015, señala que ser líder de un lugar como Rocinha requiere apoyo popular. Y una forma de lograrlo para Nem era proyectar una imagen de "rey" carismático, casado con una bella "reina" como Danúbia.
La estrategia incluía también comprar canastas de comida para la comunidad local, así como clases de capoeira y artes marciales o pasajes para que los vecinos visitaran familiares en el noreste de Brasil.
Otra regla era comprar a potenciales enemigos.
"La principal estrategia de Nem para garantizar su propia seguridad como jefe de la operación en Rocinha fue el soborno y la corrupción: sobornaron a muchos policías y abogados", dice Glenny.
Eso se tradujo en un período de relativa paz en la favela, agrega el autor, que también entrevistó policías, habitantes de Rocinha, políticos, amigos y enemigos del narco.
Otra norma del decálogo de Nem era tener "el monopolio de la violencia". Es decir, controlar Rocinha entera mediante el uso de la fuerza. El sustituía al Estado. Era policía y juez a la vez.
Era un poder casi infinito para alguien que entró al mundo del crimen prácticamente que de modo accidental, buscando dinero para pagar los costos médicosde su pequeña hija Eduarda.
Paradójicamente, es la misma hija que ahora busca la policía.
Un préstamo especial
Nem tuvo un trabajo legal como distribuidor de una revista con programación de TV. Había ascendido a responsable de un equipo que cubría el reparto de gran parte de la turística zona sur de Río.
Pero a fines 1999, Eduarda comenzó a llorar sin parar. Tenía apenas nueve meses. Una repentina rigidez en su cuello obligó a hospitalizarla. Luego le surgió un bulto del tamaño de un huevo.
Temieron cáncer y finalmente supieron que era una rara enfermedad: histiocitosis X. El modesto salario de Nem y de su esposa en ese momento, Vanessa dos Santos, eran insuficientes para pagar los tratamientos quirúrgicos y de quimioterapia.
Entonces Nem, que vivía en Rocinha y nunca había consumido o vendido drogas, decidió pedir prestado el equivalente a unos US$10.000 al jefe narco de la favela, apodado Lulu.
"¿Qué harías tú en mi lugar?", preguntó Nem a Glenny más tarde.
Lulu aceptó darle el dinero, a cambio de que el joven padre de familia comenzara a trabajar para él.
Así inició Nem su carrera en el crimen organizado, llegando a líder tras una sucesión de disputas de poder y hechos violentos que implicaron la muerte o arresto de Lulu y otros jefes narcos, sumada a su inteligencia y capacidad para manejar el negocio, dice Glenny.
Aunque Nem tenía una refinería de cocaína en Rocinha, el autor advierte que los pandilleros de favelas suministran drogas al mercado minorista local y su volumen de negocios es menor al de grandes exportadores o importadores, como los carteles de Colombia y México, o el Primer Comando Capital (PCC) de São Paulo.
"Comparado con eso, (Nem) es un pez relativamente pequeño", dice el autor. "Sin embargo, jugó con las mismas reglas de todas las operaciones del crimen organizado, en particular de drogas".
"Una salida"
Cuando Nem fue arrestado intentando huír, tenía 35 años y su suerte parecía echada hacía rato.
Las fuerzas de seguridad brasileñas estaban a punto de lanzar un operativo para recuperar el control de Rocinha, como parte de un plan de "pacificación" de Río antes del Mundial de fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos 2016.
El riesgo de que militares y policías invadieran su territorio, como habían hecho en otras favelas de la ciudad, movió a Nem a abrir negociaciones secretas con las autoridades para entregarse, relata Glenny.
Pero también hubo una serie de incidentes violentos protagonizados por sus hombres. Y luego surgió una denuncia de homicidio doble contra Nem, acusado por la muerte de una modelo y su amiga en mayo de 2011.
"Esos hechos básicamente lo quebraron psicológicamente", explica Glenny. "A partir de ese momento él buscaba una salida".
Primero fue condenado a casi 17 años de prisión, por tráfico de drogas y conspiración para el crimen. Y en septiembre fue sentenciado a 66 años de cárcel por el homicidio de las dos jóvenes, que según la fiscalía se habían fugado con una carga de hachís.
Nem niega tener relación con esos asesinatos.
"Cometí errores, sí, y me avergüenzo de eso. Pero nunca cometí un crimen violento", le dijo a la jueza via teleconferencia desde la cárcel.
"Nunca mandé matar ni maté a nadie. Puede preguntar a quien quiera en la comunidad. Yo era querido y respetado porque no dejaba que esas cosas sucedieran en Rocinha", agregó, para luego recordarle que tiene siete hijos, dos en fase de adopción.
"Profundamente decepcionado"
Glenny considera que la evidencia presentada no vinculaba a Nem con los asesinatos y sugiere que la condena se debió a la atmósfera polarizada que vivía Brasil en víspera de las recientes elecciones, ganadas por el ultraderechista Jair Bolsonaro con promesa de mano dura contra los "bandidos".
Pero el año pasado, Rocinha vivió escenas de guerra atribuidas a una disputa por el control del narcotráfico ordenada por Nem, a través de Danúbia, contra su ex guardaespaldas, Rogério Avelino da Silva, conocido como Rogério 157, quien ocupó su lugar de líder.
La policía detuvo a Danúbia y a Rogério 157. Y ahora acusa a la hija de Nem de buscar el apoyo bélico de la organización PCC para reconquistar Rocinha bajo el comando de su padre.
Pero, ¿cómo haría Nem para dar esas órdenes desde una prisión de máxima seguridad al otro extremo de Brasil, cerca de la frontera con Bolivia?
¿Es posible que el hombre que entró en el crimen organizado para salvar la vida de su hija ahora la involucre en sus delitos?
Glenny se muestra incrédulo.
"Hay muchas cosas misteriosas y turbias en todo esto. Si fuera cierto que Antônio le pidió a Eduarda que se involucre en esa actividad", dice, "yo estaría profundamente decepcionado".
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